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Jaume Pla Forteza

TRIBUNA

Jaume Pla Forteza

Inspector de Policía Local Jubilado

Poesía policial

Quiero escribir sobre poesía y no hay manera. Cada mañana alguna ocurrencia electoral desplaza mi interés caligráfico. No quiero abordar nuevos retos, solo pretendía redactar un texto descriptivo sobre un encuentro iniciático que me impresionó. De hecho, nunca había asistido a una velada poética, y la librería La Luna en Palma fue el escenario. La tertulia organizada por el grupo creativo Kinesdues (Àngels Cardona Palmer y Maria Victoria Secall i de Fermentino), versó sobre el poemario: Umbilical, y su autor, Damià Rotger Miró, participó en el acto. Abandono ya la delicadeza, califico el texto de «bello» y recuerdo el final del poema Cordó Umbilical: «Umbilical, Mare, el nostro cordó és més ample que llarg». Identifico el nexo vital con la dificultad de dejar la profesión, así que descuelgo las botas que, no hay forma de dejarlas reposar, adentrándome ya en territorio policial más conocido.

Estos días estamos asistiendo a una subasta de ocurrencias numéricas respecto a prometidos incrementos de efectivos en la Policía Local de Palma. Llegué a escuchar 600, la otra mañana el alcalde Hila prometió 200 y al mediodía Jaime Martínez 300. La puja promete, muchos millones de euros de gasto anual en el capítulo uno del presupuesto (personal) ofrecidos como los últimos boletos de una rifa de feria.

Centrado en los pesos pesados socialista y popular; Hila, al tiempo que dice necesitar más agentes, regala funcionarios a tiempo completo al Cuerpo Nacional de Policía. Por otro lado, asegura que los nuevos agentes se centraran en combatir el incivismo, debemos inferir por tanto que los 800 actuales son insuficientes para ello. Inferencia que comparto por lo mal dirigidos y organizados que están, y por ofrecerles unas condiciones laborales incompatibles con la prestación del servicio que se le supone al Cuerpo.

Pasemos al segundo candidato. Martínez sigue hablando reiteradamente de falta de seguridad, y, si ya es escandaloso un aumento de 200 agentes, no sé cómo calificar cien más añadidos. Me temo, además, que esa inseguridad viene referida al ámbito delictivo que, debo recordar una vez más, es una competencia básica del Estado. Sin embargo, como yo lo veo la mayor inseguridad que padecemos no es fruto de la delincuencia que, por supuesto, todos estamos expuestos a sufrir, sino que se refiere a la violencia ambiental que supone —a modo de ejemplo— solo por el hecho de caminar, violentarnos por inhalación de olores fétidos, ensuciarnos con excrementos animales, y, ¡que olvido!: esquivar patinetes y bicicletas para no ser atropellados en las aceras. Las ordenanzas municipales relacionadas con el civismo y el tráfico nos darían más argumentos, si bien están ya muy reiterados. Esa inseguridad que tanto afecta a la calidad de vida sí que es cotidiana.

Lo mismo que ellos señalan a voleo sus números, otros también a voleo los podemos cuestionar, aunque en este caso añadiría un detalle sobre la plantilla actual: desplegar «hoy» al menos, un centenar de agentes operativos en la vía pública para encargarse de las competencias específicas desatendidas es solo cuestión de voluntad política y competencia técnica. Existen, el problema es que desarrollan funciones ajenas en perjuicio de las propias. Auditen el Cuerpo, recuperen los agentes para el servicio que necesita la ciudadanía —y no recibe— y tras ese ejercicio de gestión eficiente, si llega el caso podrán crear nuevas plazas de policía. Tal vez me equivoque, pero si esa auditoria se realiza con mentalidad de servicio público municipal, que es para lo que están los alcaldes y las policías locales, no haría falta sumar más números.

Para no desairar el título volveré a Umbilical. Post Corpus empieza así: «L’aire adopta la forma de totes les coses i la vida desemmascara una rodonor que confon l’etern amb l’inacabable».

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