Doña Angelita y los retos tecnológicos

Yolanda Román

Yolanda Román

Angelita nació en León en 1894, pero vivió prácticamente toda su vida en Galicia. En 1949 patentó su propuesta de libro mecánico, considerado el primer libro electrónico y precursor de los actuales ebooks o libros digitales. Antes, ya había trabajado en un atlas científico-gramatical y en la máquina taquimecanográfica. Angelita aborrecía las limitaciones de los métodos tradicionales de enseñanza y propuso una solución innovadora para aligerar el peso de las carteras de los estudiantes y facilitar el aprendizaje. El libro mecánico tenía enlaces, era interactivo y permitía hacer zoom. No llegó a comercializarse, pero las ideas revolucionarias de Angelita sentaron las bases de futuros desarrollos tecnológicos. Su idea la desarrolló, años después, un tal Michael Hart. Un hombre americano.

Ángela Ruiz Robles, doña Angelita, era maestra e inventora. Hay un eco novelesco y evocador en esa palabra: inventor, inventora. Inventar es imaginar, diseñar y crear algo nuevo que no existía antes. Normalmente, algo útil, pero no necesariamente. Inventar requiere grandes dosis de curiosidad, visión, creatividad e ingenio, un espíritu optimista —¿alguien puede pensar en un inventor pesimista?— y el deseo incontenible de traspasar los límites de lo convencional. Una voluntad de avanzar, explorar y conquistar. El nombre de Angelita Ruiz destaca en una exposición itinerante del ayuntamiento de Redondela titulada, acertadamente, Conquistadoras. Mujeres que imaginaron —conquistaron— un mundo mejor. Mujeres gallegas.

La capacidad de invención del ser humano ha sido la fuerza impulsora y dinamizadora no sólo de los avances tecnológicos, también de los avances políticos y sociales a lo largo de la historia. Los seres humanos tenemos una habilidad innata para imaginar soluciones y alternativas para todo tipo de desafíos, prácticos y existenciales. Esta capacidad ha dado lugar a las conquistas más hermosas y esperanzadoras en la medicina y la justicia social, por ejemplo, ámbitos en los que los retos siguen siendo enormes. Desde la invención de la rueda hasta el superordenador cuántico, pasando por los derechos humanos, la imaginación y el afán de conquista del hombre nos ha permitido proyectar futuros mejores. Somos inventores.

¿Qué pensaría Angelita de los dilemas que plantea hoy el desarrollo tecnológico? ¿Cómo reaccionaría ante los miedos que genera la inteligencia artificial? Sólo podemos elucubrar, pero seguramente una mujer que demostró que la creatividad y la innovación no estaban limitadas por el género, la procedencia o las circunstancias, no se dejaría amilanar por las amenazas de la tecnología sin explorar todas sus posibilidades. Cuesta creer que después de tantos avances científicos y derechos ganados a la arbitrariedad y la tiranía, los humanos nos vayamos a dejar dominar por las máquinas que nosotros mismos hemos diseñado y creado, como advierten algunos. Desde un compromiso ético y humanista encontraremos respuestas para esas amenazas. Algo inventaremos.

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