A tres semanas de las elecciones autonómicas, insulares y municipales, los asistentes al debate de los principales candidatos autonómicos que organizó el Club Diario de Mallorca el 2 de mayo pudimos escuchar algunas afirmaciones contradictorias y falsas por parte de los representantes del eje PP-Vox.

La primera falsedad llegó cuando la candidata del PP aseguró que cuando gobiernan lo hacen desde el consenso social. En concreto, se refirió a lo bien que dialoga su partido con el sector educativo. A pesar de que han pasado ocho años, tenemos demasiada fresca en la memoria la impactante imagen de las calles de Palma abarrotadas con 100.000 personas que apoyaban a los docentes ninguneados por el gobierno de José Ramón Bauzá. Gobierno cuyas políticas, por cierto, defendía de manera beligerante la candidata del PP (en aquel momento como portavoz en el Parlament). Por entonces, se jactaba de que el PP cumplía el 85% de su programa electoral. Entre los objetivos alcanzados por el PP: despedir a 1.000 profesionales de la educación pública y a 1.400 profesionales del Servicio de Salud público. Lo único cierto es que cuando se proponen recortar servicios públicos, nadie les gana. Lo hacen en frío, sin previo aviso y sin miramientos.

Para colmo, el PP sabe que solo tendría opciones de alcanzar el gobierno si la suma de sus diputados y los de la ultraderecha fuese suficiente. Durante el debate, el candidato de Vox fue sincero: su aspiración es gobernar según el modelo de Castilla León, con un PP que ejecuta las políticas que Vox dicta. Así pues, ambos unidos nos prometen una fórmula de la crispación social, de los recortes de derechos, de desmantelamiento de los servicios de la comunidad autónoma (Vox no se esconde a la hora de decir que quiere devolver las competencias de Educación y Sanidad a Madrid).

Me pregunto qué habría sido de la ciudadanía y de los empresarios de estas islas sin los 250 millones de euros del escudo social del Govern progresista, o los 855 millones que la comunidad autónoma consiguió de Madrid para protegernos de los efectos económicos de la pandemia.

Hay que hablar claro: en el momento de la verdad, como este lo es ahora, la derecha y la ultraderecha son capaces de decir y hacer cualquier barbaridad con tal de conseguir votos. Llevan años intentando degradar a los gestores públicos a través de la bronca. Sin embargo, los hechos siempre retratan más que las palabras. La evidencia que tenemos es que la derecha y la extremaderecha no creen en la libertad, sino que la desdibujan en cuanto gobiernan.

Y precisamente hay que conseguir lo contrario: impulsar todavía más los derechos sociales, continuar transformando la economía para avanzar en el reparto justo de la riqueza y estar al lado de la ciudadanía para los retos que se produzcan en un futuro a corto, medio y largo plazo. En ese futuro, que es de todas y todos, la izquierda representa el progreso, la protección y la estabilidad. El eje PP-Vox representaría todo lo contrario: el retroceso, la desprotección y la crispación.

* Patricia Gómez es presidenta de la Federación Socialista de Mallorca