¿Derogar el sanchismo?

Rosa Paz

Rosa Paz

Se sabía de la existencia del felipismo y del aznarismo y se podría discutir el alcance del zapaterismo, pero no del rajoyismo, que no existió. Y es aún pronto para saber si se producirá un fenómeno llamado feijooísmo, aunque para desvelo de Feijóo, el ayusismo va viento en popa.

Ahora, el líder del Partido Popular le acaba de dar carta de naturaleza al sanchismo. Qué más podía querer el presidente del Gobierno. Porque sí, el antisanchismo está muy instalado en las derechas y se extiende incluso a una parte de las izquierdas, pero el hecho de que el PP centre su campaña en «derogar el sanchismo» eleva a Pedro Sánchez a la peana del liderazgo que le niegan esos mismos que lo repudian.

Para que a alguien le sea atribuido un ismo personal se tienen que dar algunas condiciones. Se requiere de una fuerte personalidad y un gran liderazgo, los que tuvieron Felipe y Aznar. Es preciso, además, que tras sus mandatos quede un legado reconocible. Mejor o peor, los dos presidentes lo dejaron. Y bastaría con leer al exministro socialista José María Maravall para ver que hay muchas personas, entre ellas significados felipistas como el mencionado exministro, que consideran buena o muy buena —por utilizar lenguaje demoscópico— la herencia que dejará Sánchez. Más allá, claro, de los errores y la mala gestión de algunos asuntos. El del Sáhara, por citar uno.

Así que cabe preguntarse qué genio ha diseñado para Feijóo una campaña que engrandece a su rival, aunque en el Partido Popular crean que sanchismo es sinónimo de chulería, autoritarismo, ruina y despilfarro. Los mismos rasgos de personalidad y gestión que el PP atribuyó, por cierto, a Felipe González.

Pero, ¿qué quiere Feijóo? ¿Acabar con la arrogancia o eliminar todo rastro de la acción de Sánchez? ¿Será él más humilde en su desempeño? ¿O simplemente pretende acabar con el Ingreso Mínimo Vital, la subida del SMI, la reforma laboral, la ley de la eutanasia o devolver a Franco al Valle de los Caídos?

Son dudas que surgen cuando se abomina de todo lo que hace el Gobierno y se mete toda la acción gubernamental en el saco de un fácil eslogan.

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