ARTÍCULOS DE BROMA

Aproximación al español feliz

Javier Cuervo

Javier Cuervo

El español feliz es un hombre menor de 29 años y con nivel de ingresos alto. Lo dice una encuesta hecha por el Instituto Nacional de Estadística. La felicidad es cosa buena, pero esa noticia no sabemos si lo es. El resultado presenta que no existe un español feliz. No hay tíos menores de 29 ganando pasta, según el resto de los indicadores. El sistema es así: de existir, ese español feliz será un gomoso o un pisaverde, dos palabras a las que «pijo» ha relegado a arcaísmos.

Es muy raro que exista ese joven feliz y acaudalado, mucho más raro que se lo haya ganado trabajando e imposible que haya sido en cualquier oficio que no se acerque al robo o a la especulación, su forma legal, como la banca es la forma legal de la usura. Esto no niega la existencia de ese español feliz; sólo confirma lo que sabemos del trabajo por tradición judeocristiana: que es un castigo y que el paraíso es vivir holgando en una finca enorme entre dos ríos, ajeno a los dictados de la moda.

En otro sentido y aquí, al este del Edén, el menor de 29 años con altos ingresos es el modelo aspiracional que ofrece la publicidad, un ser bello en un auto veloz, un cuerpo magnífico navegando un mar esmeralda, un ave rapaz planeando en el celeste con el mundo a vista de dron. La chica rubia que le acompaña en el anuncio es algo menos feliz si es española. Lo dice el INE. Quizá porque no conduce el coche, porque gana menos por la brecha salarial o porque alguna revista aspiracional femenina le ha inducido inseguridad para que sea algo desdichada y gaste en cosmética.

Dicho todo esto sobre el escasísimo feliz español, el 67,3% de los compatriotas se sintió dichoso el año pasado «siempre o casi siempre», lo que da la idea de que «feliz» equivale a «no muy jodido», ese estado que, apenas se tambalea algo, provoca la muy católica expresión «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy» que es el horizonte aspiracional de un país que da escasas posibilidades de éxito a la iniciativa y cuya impermeabilidad social tiene un aislante que, si pudiera fabricarse, debería patentarlo alguien menor de 29 años.

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