30 aniversario del Club Diario de Mallorca

Amic, aprofita la vida que passa

María Jesús Riera

Hace algún tiempo, la curiosidad me llevó a bucear en la hemeroteca en busca de la crónica de la inauguración del Club Diario de Mallorca. Siempre he pensado que al llegar nuevo a un lugar es necesario que te empapes de su historia. Es una responsabilidad el entender lo que significa y conocer quién estuvo antes. Lo entiendo como una suerte de puzle que debes ensamblar para encontrar el hueco que tú, como nueva pieza, puedes ocupar, siempre buscando aportar el máximo posible pero respetando la imagen que tanto trabajo llevó dibujar.  

Ojeando el documento, me sorprendió ver muchas caras conocidas en las fotografías de la velada. Me animaron (y abrumaron) las palabras que leí sobre la sala que había pasado a ser mi responsabilidad. «Un punto de encuentro para las ideas». «Tribuna de libertad y plataforma de tolerancia». Y no puedo negar que sonreí complacida al descubrir la bonita coincidencia que hace que una servidora comparta cumpleaños con este lugar. El mismo día en el que «la sociedad balear dio un sí unánime al Club», yo soplaba torpemente las dos velas de una tarta. 

Pero de entre todas las cosas, hubo una en especial que captó mi atención al revisar la crónica del evento. El día de la inauguración del Club, hace ahora 30 años, la Coral Universitat de les Illes Balears interpretó la canción Aubada de Miquel Tortell. Este detalle puede parecer intrascendente pero a medida que han ido pasando los años me ha llevado a una reflexión. 

Ese día, sin saberlo, los cantaires de la coral entonaron el que me parece el titular perfecto que resume estos 30 años de historia: «Amic, aprofita la vida que passa». Me gusta pensar que esa frase resonó en la sala y en los oídos de los asistentes, y que de alguna manera logró impregnar el espacio con una idea que siempre ha caracterizado a este lugar: aprovechar la vida, aprovechar el tiempo, aprovechar el espacio para el diálogo. 

Además de esta reflexión, querría compartir una preocupación y una reivindicación. Creo que vivimos en una época en la que la hiperconexión que nos permite la tecnología nos ha llevado a una falsa sensación de comunicación total. Nada más lejos de la realidad. 

Me aterra pensar lo que nos cuesta, en muchas ocasiones, el dialogar con personas que no comparten nuestras mismas ideas y que las burbujas informativas en las que el algoritmo nos introduce estén impidiendo que dispongamos de todos los datos que necesitamos para entender el mundo que nos rodea. Precisamente dentro de esta aparente vorágine de sinsentido comunicativo es donde la existencia de espacios como este Club se hace especialmente necesaria. 

Mientras nos sea posible, todo el equipo que hay detrás del Club Diario de Mallorca seguirá trabajando para mantener este espacio. Aceptando nuestros errores, celebrando nuestros aciertos y teniendo como objetivo que todo aquel que quiera dialogar y que esté dispuesto a escuchar tenga un lugar donde expresarse. 

Dentro de la aparente vorágine de sinsentido comunicativo es donde la existencia de espacios como este Club se hace especialmente necesaria