30 aniversario del Club Diario de Mallorca

Una directora en busca de su autor

Mercè Marrero Fuster

Perdí a Fernando Sánchez Dragó en el aeropuerto. El escritor venía a dar una charla a nuestro Club y se suponía que debíamos encontrarnos en la puerta de llegadas. Después de observar la cara de cientos de turistas y de no reconocer al autor, llamé a su agente literario. «Ya está en el hotel. Ha ido en taxi», me dijo. Mientras iba hacia mi coche con actitud de derrota, la escritora que debía presentarle en unas horas me llamó para decirme que se encontraba mal y que, lamentándolo mucho, anulaba su participación en el evento. Volví al Club compuesta, sin autor, sin presentadora y con un aforo a rebosar en unas horas. El Club era imprevisible. 

Años más tarde y en el mismo aeropuerto, conocí a la premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi. Estaba con mi querida amiga y compañera Mariona Gené. Eran cerca de las dos de la madrugada y paseábamos arriba y abajo por una sala vacía. No teníamos la certeza de que la jueza iraní hubiera logrado sortear a las autoridades de su país. La gestión había sido una locura, a través de intermediarios y sin ninguna confirmación en firme. De repente, se abrió una puerta y ella y su intérprete aparecieron. Mariona y yo lloramos de emoción y fuimos a su encuentro. Ebadi, a pesar de su baja estatura, transmitía una fortaleza especial. Nos dio la mano y rompió la tarjeta SIM de su teléfono. «Es para que mi gobierno no pueda rastrearme», nos dijo. El Club era pasión y vorágine.

Detrás de cada ponente, mesa redonda y debate hubo mucha dedicación e ilusión. Qué resultaría interesante y mejoraría la oferta cultural, cómo aportar calidad a nuestros lectores o cómo contribuir a generar un debate respetuoso y saludable para la opinión pública. En definitiva, cómo acercar nuestra cabecera a la población mallorquina. Durante una década, ésa fue nuestra obsesión. Y, también, nuestro placer. 

Escribir unas líneas sobre el Club Diario de Mallorca es escribir sobre José Eduardo Iglesias, el director que confió en mí y que me ofreció la oportunidad de crecer. Exigente, riguroso, valiente y del que aprendí siempre. Es escribir sobre Mariona Gené. Cómplice, inteligente, divertida, apasionada y que todo lo hacía fácil. Es escribir sobre las sinergias con la redacción, equipo de diseño, administración y recepción. Sobre jornadas maratonianas, pero cargadas de adrenalina y convencimiento en lo que hacíamos. Es haber tenido el honor de preparar el 50º aniversario de esta cabecera, presentado los premios Diario de Mallorca y haber coordinado y moderado los debates políticos en la isla. Son las charlas y los cafés matutinos junto a personas que, con el tiempo, se han convertido en imprescindibles en mi vida. Durante los años que pertenecí a ese proyecto, hubo vocación de servicio y mucho disfrute poniendo a disposición de la población mallorquina un lugar para las ideas, el debate y el aprendizaje. 

Gracias por esa oportunidad. Me siento orgullosa de haber pertenecido a ese Club.

Durante los años que pertenecí a ese proyecto, hubo vocación de servicio poniendo a disposición de la población mallorquina un lugar para las ideas y el debate