2023: ¿una temporada «correcta»?

Bernat Jofre i Bonet

Bernat Jofre i Bonet

Suenan trompetas de euforia en el entorno del sector turístico balear. Cargos políticos de todo color aseguran que «la temporada 2023 va a ser recordada como la de los récords». Cuando así hablan, más de un empresario y empresaria - cada vez hay más, preparadas y capaces - arquea las cejas. Sabe del run-run que está provocando más de una reunión entre operadores y jefes de ventas. El mismo que en los últimos tiempos le está llamando la atención. Quizás más de lo que desearía: los vacíos de reservas que hoy por hoy asoman en los meses intermedios - abril, primera semana de mayo - y finales de temporada ( última semana de septiembre, todo octubre, básicamente ) . Que no existían el año pasado. Cuando los booking reports presentaban una ocupación uniforme - con las puntas estivales, claro está - de mediados de marzo a primeros de noviembre. Los más expertos leen las pantallas. Se pasan la información, y, como aprendieron de sus padres, mascullan una frase sin aparente sentido: «en es cap trobarem ses voltes». Ya veremos. Porque salvando los dos meses y medio que, efectivamente, en Baleares posiblemente no vaya a caber una aguja, se vislumbra cierta incertidumbre. Demasiada para estar a mediados de abril, cuando todo el pescado suele estar vendido.

Tienen razón en desconfiar: la experiencia es algo que no suele engañar. Saben que para tener una visión clara de las bondades de la temporada 2023, deberían repasarse los años 2022,2019,2018 y 2017. Comparando: a/ precios intermedios b/ocupaciones ídem, mes a mes c/ rentabilidad acumulada, d/ costes operativos ( personal, energía, comida, bebida ), e/ inflación interanual, f/ coste de la vivienda, d/ número de vuelos, mes a mes y por destinos. g/ precios y ocupaciones de los principales competidores: Túnez, Grecia, Turquía, Marruecos y - no está de más decirlo - la España peninsular. También, el presupuesto en promoción turística que las diversas administraciones han dedicado. Año a año. Es decir, elaborar un histórico serio y detallado. Datos, en definitiva. Intuye también el empresariado que, a día de hoy, no está haciendo este trabajo. O no se le ha ocurrido a nadie. Que también podría ser.

Quisiendo hacer aún mejor las cosas, podríase equiparar la temporalidad de las estancias medias. No ya en los años citados, sino hace una década: años 2010,2011,2012 y 2013. Con sus precios de venta, ocupaciones intermedias y costes operacionales totales. Entonces, y tan sólo entonces, podremos juzgar si la temporada 2023. Porque en la médula de cada emprendedor hotelero, cadena o asociación de establecimientos independientes ( otra fórmula que se va extendiendo por el archipiélago, otro día hablamos de ello ) se ha instalado un algoritmo: cantidad no suele ser calidad. Demasiadas veces pisa la rentabilidad. Los «millones de turistas» se empiezan a mirar con cierto recelo: más vale algunos y que pasen una semana en el hotel, no dos días. Sobre todo si no se pueden atender por la falta de personal, pues el que regularmente venía de la Península ya no lo hace: efectos colaterales del elevadísimo coste de la vivienda rentada. Ayer Ibiza, hoy en todas las islas de Balears.

Quizás sea hora de que alguien cambie de «chip». Por ahora, la del 2023 se presenta como una temporada más. Correcta, si se quiere ser generoso. Con excelente ocupación en algunos tramos. Pero una rentabilidad incierta. Especialmente si se atiende a la habitual ofensiva de precios que otros destinos - Túnez, Grecia, Croacia, Turquía, Canarias - están desatando estas últimas semanas y que, con toda seguridad, va a provocar la aparición de una palabra maldita en nuestro vocabulario: ofertas de última hora. Que, visto el panorama, pueden llegar a ser generosas. Se diga lo que se diga. Y quien lo haga.

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