Limón & vinagre

Yadira Maestre | Bendice, Señor, a Fríjol

Yadira Maestre

Yadira Maestre / EFE

Matías Vallés

Matías Vallés

«Bendice, Señor, a Fríjol». Así habló la predicadora evangélica Yadira Maestre en la fiesta hispanoamericana del PP. Dado que la petición de gracia a gritos venía precedida del alarido «Bendice, Señor, a Martínez Almeida», cabe concluir que el bendito Fríjol es Feijóo, y que el manto de la sobreactuada colombiana allanará su tránsito a la Moncloa. Haber escuchado durante una misma semana sendas pláticas de Donald Trump y de Yadira supone un riesgo laboral que debería evaluarse médicamente, una experiencia más viciosa que una sesión de ChatGPT.

El líder republicano y la nueva portaestandarte del PP coinciden en el rumbo de la humanidad. «Este país se va al infierno», escupe el estadounidense. El mundo entero se va al infierno, aúlla la apóstol evangélica que utiliza la Biblia como recetario. Escuchándolos al alimón, será difícil distinguir el Apocalipsis que invocan de un día más en la oficina.

Yadira se desgañita para conjugar su devocionario. Oramos, orad, orate. Asustado ante una exhibición racial que no superaría Lola Flores, el PP reniega ahora del espectáculo evangélico. El partido no ha aclarado si los rugidos telepredicadores se alejan de sus principios, o si la oratoria de la colombiana se asemeja demasiado a los momentos estelares de Isabel Díaz Ayuso, con el riesgo de incurrir en la parodia de la presidenta madrileña. Al contemplarlas hermanadas en la fiesta del PP, solo una rotulación adecuada permitiría distinguirlas.

Para ser sinceros, en algo hay que diferenciarse de Ayuso, la presidenta madrileña al acecho del liderazgo absoluto del PP parecía algo avergonzada junto a la profetisa colombiana, como si se estuviera mirando en el espejo. La abominación que ahora pretenden los populares puede deberse también a que escuchar a Feijóo, después del griterío, equivalía a pasar de Jurassic Park a un tutorial de Mineralogía.

El PP no es la víctima, sino el promotor de Yadira. Basta contemplar con las orejas tapadas diez segundos de cualquier vídeo de la apóstol para huir despavorido, y los populares aseguran que no advirtieron el talante sulfuroso de su invitada de honor. ¿Con este grado de dejación vigilante se proponen gobernar un país entero, como en «no vimos venir que había una cosa llamada inflación»? Tal vez los vigentes peores resultados de la derecha en toda su historia son más comprensibles de lo que se tiende a creer.

Si Yadira Maestre es el cohete para el despegue del PP, la única certeza es que su frenesí dejaría a Feijóo en tierra. Vista la frialdad de las encuestas, más de un votante popular se planteará si no sería más eficaz desprenderse del témpano gallego y encomendarse a la candidata desatada. A Yadira, no a Ayuso. De hecho, no abunda la gente que tutee a Satanás con el desparpajo de la predicadora. Al escuchar con tapones en los oídos su histriónico camino a la salvación, apetece concederle una oportunidad al diablo.

El PP ha consagrado a Yadira, que rima con Shakira. De común, la primera de las sermoneadoras citadas actúa ante auditorios con muchas más calvas que la gran fiesta de la derecha, un vacío que rebaja el fervor de la artista. Ante su público desgrana una biografía en la que su madre iba a morir inminentemente, pero «oramos» y la señora sobrevivió cuarenta años. A continuación le detectaron a la predicadora «una bacteria en el corazón», los médicos le otorgaban tres meses de vida y ahí sigue tras espantar al bicho mortal. Tampoco podía tener hijos, pero con el concurso de la oración y de su esposo cubano, presume de su descendencia.

En la interpretación de la aguerrida colombiana, Dios Jesús la va librando de maldiciones sucesivas. Un observador desapasionado concluiría, tal vez, que la divinidad se ha empeñado en perseguirla con peculiar ensañamiento.

En religión y en política no es fácil determinar el grado ideal de los bramidos. Costaría diferenciar a Yadira de los asesores de campaña, que profieren idénticas banalidades con voz dulzona, hasta el punto de que un burgués acomodado como Feijóo hablaba esta misma semana de que vive «una pesadilla».

El PP debería reivindicar la fiesta con resaca que pretende olvidar, porque supone una gran victoria sobre Vox, que hasta ahora copaba el primer premio de la estridencia con el dueto de Giorgia Meloni y Macarena Olona. Además, el perfume de telenovela colombiana impregnó toda la Semana Santa, ahora que el catolicismo es la única religión no verdadera. Y después de someterse a una dieta de Yadira, Trump y Fríjol/Feijóo, a ver quién paga ahora la cura de deshabituación.

La pastora evangélica Yadira Maestre.

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