Actriz, directora y guionista

Limón & vinagre | Stormy Daniels: La tormenta porno sobre Trump

Stormy Daniels posa al final de su show de estriptis en el club Gossip Gentleman en Long Island, Nueva York.

Stormy Daniels posa al final de su show de estriptis en el club Gossip Gentleman en Long Island, Nueva York. / EDUARDO MUNOZ

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

La película más conocida de la actriz, directora y guionista Stormy Daniels se titula Camp Cuddly Pines Powertool Massacre, que es una especie de Matanza de Texas, con un taladro asesino en lugar de la clásica sierra mecánica. Se rodó en 2005 y, en 2006, recibió la mayor cantidad de premios de la industria cinematográfica. Los AVN Award, los XRCO Awards y los F.A.M.E. Awards, que son galardones similares a los Oscar, los premios de la crítica y los de votación popular.

Ganó el de la mejor comedia (porque resulta que es una parodia de las películas de adolescentes que van de excursión y son atacados por un psicópata), el de mejor guion y el de mejor actriz secundaria. Stormy Daniels era esa actriz y también figura como guionista. Quizá convenga aclarar que AVN es una revista de la American Adult Video Industry y que XRCO es la organización de críticos de las películas X-Rated, es decir, con calificación X. Y que F.A.M.E. son las siglas de Fan of Adult Media and Entertainment. Para entendernos, los señores que se pasan el día mirando películas pornográficas.

Y sí, la masacre de los taladros entre la pinaza es una de esas, en la que salen unas chicas que viajan con unos chicos y, entre felación y felación, aparece un psicópata (con un disfraz de payaso, naturalmente) que mata a los chicos y desea que las chicas le hagan lo mismo que hacían a los chicos, con la aparición de unos policías que también están dispuestos a intervenir en unas cuantas escenas subidas de tono, si se da el caso. Al final (y me sabe mal romper la expectativa de los hipotéticos espectadores), una de las chicas aparece con un taladro y es ella quien hace justicia con el payaso psicópata.

Stormy Daniels, o Stormy Waters, que también se hace llamar así, en realidad se llama Stephanie Gregory Clifford y no se ha hecho famosa por sus intervenciones en películas pornográficas ni por sus guiones. Aquel 2006 con tantos premios, Daniels también fue a parar a un torneo de golf en el lago Tahoe y allí conoció a un tal Donald Trump, cuando aún no era presidente y se dedicaba a hacer de fantoche en televisión.

Mientras Melania descansaba del parto de su hijo Barron, Trump ligaba con Stormy y la invitaba a cenar, después de haber intimado en uno de los agujeros del recorrido. Cuando entró en la habitación, Trump la esperaba en pijama y luego pasó lo que pasó y luego él lo negó y pagó 130.000 dólares a Stormy para que no desluciera la campaña presidencial de 2016 y resulta que intentó esconderlo con asentamientos contables difusos y después fue denunciado por estas mentiras y ahora ya es un expresidente acusado de no sé cuántos delitos. No de haber atizado un golpe de estado fascista o de haber robado secretos o de tener oscuras relaciones con las mafias, sino acusado de mentir en el caso Stormy.

Bien, volvamos a la chica. Se llama así porque es el nombre del hijo de su músico preferido y porque vio un anuncio de Jack Daniel’s donde se decía que el bourbon era «la estrella del Sur». Como ella, que es de Luisiana y que entró en el mundo de la pornografía porque ya había hecho estriptis y «porque estoy cómoda con la desnudez y el sexo». Tras ser demócrata se hizo republicana y lo justificó con estas palabras: «Representan mejor los valores libertarios en relación al sexo y el dinero». Seguro que Trump los representa la mar de bien, como se ha demostrado repetidamente y como ella misma ha podido saber de primera mano. Resulta que sus pechos tienen nombre (los llama Thunder -trueno- y Lightning -relámpago-, en un ejercicio encomiable de extensión del campo semántico de Stormy, tormentosa) y considera que su trabajo como actriz es una contribución social para que la gente ajetreada -habla de militares, sobre todo, y de personas que atraviesan momentos difíciles- puedan pensar en otras cosas. «Son minutos en los que la política no existe».

Sus prestaciones incluyen diversas estrategias y posturas, pero no el sexo interracial («porque soy del Sur profundo y mi madre me pidió que no lo hiciera») ni un número llamado «vaquera inversa», que ahora mismo no estoy en condiciones de describir.

Aprovechó la polémica trumpiana para montar un espectáculo que se llamaba Make America Horny Again (dejémoslo en Enardecer a América otra vez), en el que confesaba que Trump tiene un pene «inusual» que se asemeja a un seta venenosa. Grandes momentos de la historia de la humanidad.

Suscríbete para seguir leyendo