PENSAMIENTOS

Tres hurras por es Baluard

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

El oficio de periodista consiste, casi siempre, en dar caña. Hoy no toca, hoy cabe quitarse el sombrero y dar tres hurras, o un gran «viva», por el Museu d’Art Contemporani de Palma Es Baluard y su magnífica actividad Cartografia de l’imaginari.

Los promotores saben lo difícil que es llegar al gran público. Existen serios obstáculos para acercar las bellas artes a amplios sectores de la sociedad: limitaciones de espacio; precios elevados; canales de comunicación ineficientes; y, sobre todo, desapego de muchas personas hacia todo aquello que huela a cultura.

Pero hete aquí que una revolucionaria iniciativa, simple y compleja a la vez, ha tenido en Palma un éxito arrollador. Cartografia de l’imaginari ha consistido, básicamente, en una proyección audiovisual basada en el Atlas de Cresques Abraham, uno de los puntuales de la cartografía mallorquina de hace 700 años, sobre la sugestiva cúpula de Sa Llotja, un edificio civil construido entre 1420 y 1452.

¿Cuáles han sido las claves del triunfo? La primera su carácter gratuito. También ha sumado el hecho de que no hacía falta sacar entradas o hacer reservas previas. Bastaba con acudir a Sa Llotja, guardar una pequeña cola y esperar el turno. Se han hecho 106 pases en los cinco días que ha durado el evento.

El acceso era libre y no había barreras-puertas digitales, que, a menudo, son insuperables para muchas personas, especialmente las de mayor edad. Los vigilantes privados se han ocupado del buen orden de las sesiones y han derrochado amabilidad, otro factor positivo.

El acierto también se ha gestado al emplear una joya del patrimonio mallorquín como escenario y pantalla. La antigua sede del Colegio de Mercaderes tiene un amplio aforo, lo que ha facilitado la multitudinaria asistencia. Los hermosos elementos que constituyen la bóveda del edificio, incluidos sus escudos policromados, han sido el fondo idóneo para el sugestivo viaje audiovisual.

Con las ventanas y puertas cubiertas por telas, las naves de la lonja se mutaron en una caja negra. De repente, el espacio y el tiempo cambiaban. De los proyectores, altavoces y cañones láser salía un relato mágico. El espectador ha sido transportado al 1375 de Cresques Abraham y a su limitada y supersticiosa cosmovisión.

Los organizadores tuvieron la destreza de colocar cojines y permitir al público tumbarse sobre ellos o sentarse en el suelo para contemplar el espectáculo como si fuera un planetario de estilo gótico civil. No hubo necesidad de sillas. También se aprovechó la peculiar sonoridad del recinto para jugar con ecos y reverberaciones.

Decíamos que la iniciativa fue sencilla y difícil al mismo tiempo. Cabe aquí resaltar la habilidad de los padres de la criatura: Imma Prieto, directora de Es Baluard; Xavi Bové, director artístico; y sus colaboradores. Los organizadores hablan de casi 20.000 espectadores.

Ha funcionado el boca a boca; los vídeos caseros han corrido por las redes sociales y miles de habitantes de toda la isla han acudido al casco antiguo de Ciutat a pasar un buen rato. Pese al exitazo, no hay planes de prolongar esta denominada «experiencia inmersiva».

Lo que sí debería repetirse es el empleo de nuestro tesoro arquitectónico como sede de otras iniciativas culturales gratuitas, abiertas a todos los públicos y dulces, como el periplo onírico de Sa Llotja.

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