escrito sin red

Feminismo contra gestación subrogada

Ramón Aguiló

Ramón Aguiló

El feminismo radical protagoniza una nueva ofensiva contra la libertad. Primero fue contra la regulación de la prostitución, ahora contra la gestación subrogada. «Es violencia y explotación contra las mujeres», ha dicho Mercedes Garrido, provocando la baja voluntaria del psiquiatra Oriol Lafau, padre por gestación subrogada, de la lista electoral que encabeza Armengol, para disgusto de ésta. La condición de Lafau era conocida, por lo que habrá que señalar la hipocresía del PSIB, su doblez y su supremacía moral. Acompañan al feminismo en su deriva, además de Unidas Podemos y el PSOE, el propio PP. El PP, que se suma a la pretensión del PSOE de abolir la prostitución, se enreda ahora en circunloquios tales como que la subrogación de la gestación es una cuestión delicada que hay que debatir en profundidad y que, en todo caso, sólo sería aceptable si fuera altruista, como dice Ciudadanos. En el fondo no hay otra cosa que una pulsión totalitaria de derecha e izquierda contra las libertades individuales, quieren reglamentar nuestra intimidad. Veamos la ofensiva.

1.- Se afirma que «se interfiere en los derechos de la mujer durante la gestación y parto». No se entiende cómo, siendo voluntarios ambos, pueden interferir en los derechos de la gestante y procediendo, sea altruísticamente o por compensación económica, de una decisión libre entre personas adultas.

2.- Para esquivar la comparación con la donación de órganos, se argumenta que «en ésta no hay dinero que condicione el acceso a la misma y el órgano carece de derechos, mientras que en la gestación se dona un bebé, que tiene derecho a conocer su origen». La existencia del dinero no mancilla nada por sí misma. Es falso que se done un bebé, sea a cambio de dinero o no; el embrión no es de la gestante sino de sus progenitores, a los que se les devuelve tras el parto.

3.- Para orillar el reproche de que reivindican el aborto con el argumento de que en el cuerpo de la mujer manda la mujer y, en cambio, se oponen a la subrogación asumida libremente, argumentan que «la mujer manda en su cuerpo, pero no en el de otra mujer. Que en un aborto no hay comercio ni con la embarazada ni con el feto, ni se pone en riesgo la vida de otra mujer, sino la propia. Que la subrogación coarta la libertad de abortar o incluso puede obligar a ello, en contra de la voluntad de la gestante». En el cuerpo de la mujer, manda efectivamente la mujer, pero, cuando está embarazada, la situación es distinta, en su cuerpo está contenido otro cuerpo diferente al de ella. En el cuerpo de una mujer todas sus células tienen los mismos genes, el feto tiene un genoma diferente, es un cuerpo distinto al de la gestante. Asombra la ligereza moral y la cerrazón ideológica con las que se condena la gestación subrogada que posibilita un ser mientras se defiende la eliminación de otro ser con toda la potencialidad humana. En el fondo late la vieja obsesión católica contra el comercio y el dinero. No se pone en riesgo la vida de otra mujer. Es la mujer gestante la que pone en riesgo voluntariamente su propia vida, por altruismo o por dinero. Es falso que pueda coartar la libertad de abortar de la gestante o incluso pueda ser obligada a ello, por ejemplo, por malformación del feto o cualquier causa sobrevenida; es la propia gestante la que ha asumido voluntariamente estas condiciones.

4.- «Va contra un principio universal desde el final de la esclavitud: que los seres humanos no se compran ni se venden, salvo que sean mujeres (gestantes o prostituidas) o bebés. Todo esto demuestra que son las mujeres las que siempre están en venta». Son argumentos falsos. Una prostituta no sometida al proxenetismo ni se compra ni se vende, presta un servicio con su cuerpo a cambio de dinero. Una gestante subrogada hace lo mismo, de forma altruista o por dinero. Los bebés así gestados no son vendidos, son devueltos a sus progenitores tras el servicio realizado, gestándolo, no concibiéndolo. La esclavitud supone la negación de la libertad. La prostitución o la gestación subrogada solamente se pueden concebir y ser reguladas legalmente desde la voluntad libre. El argumento de que no hay voluntad libre desde la precariedad se derrumba al constatar que no existe el camino predeterminado desde aquélla a la prostitución o a la subrogación; alguna quizá lo transite. La subrogación, altruista o no, requiere salud y cuidados incompatibles con la precariedad.

Las ideologías feministas radicales, comunistas o nacionalistas, persiguen ahormar la realidad, como la liberal socialista o la liberal conservadora. Lo que diferencia a las primeras de las segundas es en el peso relativo que conceden a la libertad y a la igualdad. Las primeras enfatizan la igualdad, las segundas, la libertad. La realidad de la naturaleza humana es que somos desiguales hombres y mujeres y también lo son hombres y mujeres entre sí, aunque nos iguale a todos nuestra común condición humana que es la que nos permite postularnos, al menos desde la Ilustración, como iguales en derechos pero libres para alcanzar nuestros propios fines. Feminismo radical, comunismo o nacionalismo priorizan la igualdad, el liberalismo prioriza las libertades individuales. La ciencia desentraña la materia y sus posibles combinaciones, entre ellas la naturaleza humana, lo que conforma la realidad, que es accesible a través de la tecnología. La ideología no es una realidad sino una ficción con la que se quiere modificarla. Cuando la ideología se impone a la realidad, sea la igualdad sobre la libertad o la libertad de unos sobre la de otros, se crea una tensión entre ambas que puede modificar transitoriamente la realidad. Al final, la realidad, que siempre va acompañada de luces y sombras, se impone a la ficción porque ésta bebe del artificio y aquélla es testaruda y dura como una roca. En el camino, como fue el caso del comunismo, la ideología se impuso con decenas de millones de asesinados para, al final, ser derrotada por la realidad. No se puede evitar que la ciencia y la creatividad humana alumbren nuevas posibilidades del tratamiento de la realidad; deben ser reguladas para evitar sus usos perjudiciales, como la endogamia de las inseminaciones o fertilizaciones incontroladas, entre otras muchas, pero no prohibidas si dan solución a insondables angustias humanas, como es el caso.

Suscríbete para seguir leyendo