El valor de la paz educativa

Editorial

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El Govern, los sindicatos y las patronales del sector han firmado esta semana sendos acuerdos marcos que permiten mejorar las perspectivas de avance y estabilidad tanto por lo que afecta a la enseñanza pública como a la concertada. Si a ello añadimos la unanimidad sin precedentes alcanzada semanas atrás en el convenio de hostelería, el Ejecutivo de Francina Armengol está en condiciones de encarar con serenidad el epílogo de la legislatura, fruto de su avenencia y capacidad de entendimiento con sectores estratégicos.

La actualización del Acuerdo Marco con la enseñanza pública, que se prolonga hasta 2027, permite avances en la carrera profesional de los docentes, la reducción de horas lectivas, la disminución de ratios y la regulación de permisos de paternidad y maternidad, entre otras medidas que no dejan al margen la carencia de infraestructuras y medios materiales de los que adolece la enseñanza en Balears. Por lo que afecta a la concertada, el acuerdo suscrito el viernes en el Consolat de Mar, calificado como referente a nivel estatal, se fija como objetivos el asegurar la viabilidad de este sector, paliar los agravios históricos que se han venido acumulando, el incremento en un 7,5% en la dotación a los centros, la reducción de la brecha entre escuela pública y concertada y, aparte otros apartados, el establecimiento de negociaciones sobre jubilaciones. Aún con todo ello, seguirá habiendo diferencias sustanciales. Basta observar que existe una previsión de una dotación de 50 millones en el acuerdo con la enseñanza pública y de 18 en el de la concertada.

En cualquier caso, hay que resaltar el valor y significado de estos acuerdos. Constituyen un entente general que no estará exento de escollos en sus distintos procesos de plasmación práctica. Como destacan las fuentes sindicales, los acuerdos de ahora permiten reparar en buena parte los recortes aplicados durante el Govern de José Ramón Bauzá, son una reparación de daños acumulados. Si ahora se abre la clara posibilidad de mitigar los agravios es, en buena medida, por la voluntad de entendimiento de todas las partes. En este aspecto, hay que hacer especial hincapié en el papel desempeñado por el conseller Martí March. Los acuerdos dejan patente su talante y capacidad negociadora al tiempo que le permiten finalizar con buen sabor de boca sus dos legislaturas al frente de una conselleria, como Educación, especialmente enrevesada por su propia naturaleza. El ahora candidato socialista a la alcaldía de Pollença no será, en ningún caso, el encargado de ejecutar lo acordado, pero al menos se puede apuntar el tanto de haberlo logrado y dejar la puerta abierta a la paz educativa. Cuestión esencial.

Se viene de tiempos difíciles, con tijerazos y una pandemia de por medio en el sector educativo que ha obligado a improvisar y corregir de manera constante para dar utilidad a la enseñanza a distancia. El Govern apunta que los acuerdos logrados esta semana persiguen «una educación de calidad, equitativa y que garantice la igualdad de oportunidades». Este es el objetivo de ahora y siempre, sobre el que hay que seguir esforzándose, porque el proceso es largo, cambiante y está sujeto a constantes vaivenes.