Vicepresidente del Gobierno de Italia

Limón & vinagre | Matteo Salvini: Cantando sobre cadáveres

Matteo Salvini, durante una manifestación de la ultraderecha italiana contra la inmigración.

Matteo Salvini, durante una manifestación de la ultraderecha italiana contra la inmigración. / MARCO BERTORELLO / AFP

Albert Soler

Albert Soler

Cincuenta años no se cumplen cada día, y unos cuantos inmigrantes ahogados no iban a aguarle -valga la redundancia- la celebración a Matteo Salvini. Seguro que el vicepresidente italiano hubiese preferido que cincuenta fuesen también los fallecidos junto a la costa italiana, así en lugar de soplar velas habría soplado ataúdes, eso sí que sería original. No pudo ser, los muertos suman ya unos setenta y cinco, esos indeseables venidos de otros mundos a molestar a los italianos de bien, ni siquiera son capaces de comportarse en cosa tan sencilla como no pasarse en el número de fallecidos. Esa mala educación de los inmigrantes no iba a torcer celebración tan esperada, así que, con los cadáveres aún hinchados de agua salada, Salvini se fue de karaoke.

Un karaoke es la forma más hortera que se me ocurre de celebrar un cumpleaños, aunque ellos sabrán, que por algo son los italianos y son quienes marcan la moda. Igual es lo más in, y yo sin enterarme. Mientras Salvini -con la inestimable colaboración de la presidente Meloni a los coros- hacía el ganso berreando frente a una pantalla, seguían llegando cuerpos a la costa, lo que confirma que los inmigrantes no tienen respeto ni a las más altas instancias del Estado, son capaces de morirse sólo para molestar al poder. Pues de eso nada -pensó Salvini desde la atalaya de sus recientes cincuenta-, cuanto más insistan ellos en ahogarse, más alto cantaré yo para demostrar quién manda. Por ahí andaba también Berlusconi, pero eso apenas ha sido noticia, porque todo el mundo sabe que donde hay un micro y una canción, ahí aparece don Silvio, a menos que en otro lugar cercano haya señoritas, lo primero es lo primero. La fiesta de cumpleaños había comenzado unas horas antes, cuando la comitiva de Salvini, Meloni y el ministro de exteriores Tajani fue recibida por centenares de manifestantes que lanzaron peluches sobre sus coches, regalo que -justo es reconocerlo- le va que ni pintado a alguien que tiene en el karaoke el sumun de la diversión. Las agencias de noticias no precisan si, además de con peluches, Salvini fue obsequiado con sonajeros, cuadernos para colorear, un caballo de cartón y un pelele para que no pase frío en las gélidas noches del norte de Italia.

El mejor regalo, sin embargo, se lo trajo el mar, en forma de cadáveres extranjeros, de ahí que la canción elegida para conmemorar su cumpleaños no fuera el tan socorrido Cumpleaños feliz, sino La canzone di Marinella, que trata precisamente de una inmigrante calabresa que se ahoga en un río queriendo llegar al norte, nada menos que al norte, donde Salvini comanda su Lega. A falta de canciones con inmigrantes africanos que se ahogan en el mar, el vicepresidente hubo de conformarse con la de una terrone que se ahoga en un río, no es que a su entender la diferencia sea mucha, o sea que la diversión no faltó.

Hace cinco años, cuando era ministro del Interior, Salvini propuso hacer un censo de gitanos, por desgracia no pudo redondear tan brillante idea en el karaoke, ya que no halló ninguna canción que hiciera referencia al tema en cuestión. Como mucho encontraría alguna sobre judíos, pero compuesta en Alemania en los años treinta del siglo pasado, demasiado antigua y con poco ritmo para un karaoke. Se lamentó, eso sí, de que a los gitanos italianos no hubiera más remedio que quedárselos en Italia, un verdadero engorro para alguien de la Lega, lo suyo sería meterlos en chalupas para ver si corrían la misma suerte que los africanos, y después sí, después celebrarlo como está mandado, con alguna canción sobre ahogados. Mientras eso no fuera posible, lanzó la idea del censo, que a los gitanos mejor tenerlos fichados, payo.

Los matrimonios entre personas del mismo sexo no son tampoco de su agrado, ya se ve que este hombre debe de vivir permanente enfurruñado, de ahí su necesidad imperiosa de cantar de vez en cuando, para sacar el cuerpo de penas. Con todos esos antecedentes, no es nada singular que Salvini mostrara públicamente su apoyo a Donald Trump durante la campaña de este. Y es todavía menos extraño que un representante de su partido, la Lega Norte, se reuniera en Bruselas con el fugado expresidente catalán Carles Puigdemont. No fue Salvini en persona porque entre todas las comodidades de que goza Puigdemont en el palacete de Waterloo, no hay ni un miserable karaoke casero, sólo un piano para que toque escalas el otro fugado, Toni Comín, y con eso no hay quien se divierta. Que un partido que expulsaría a los gitanos, que clama contra los inmigrantes y que apoya a Donald Trump, esté de buenas con JuntsxCatalunya, es lo más natural, si pudieran cantarían juntos en el karaoke Amigos para siempre.

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