Opinión | PENSAMIENTOS
Los niños y el diario

Visita alumnos sexto primaria San José Obrero de Palma. / Bernardo Arzayus Pereanez
Hay sonidos que son nutritivos, como el bullicio de un grupo de niños jugando en el patio o visitando las instalaciones de un periódico. Hace unos días Diario de Mallorca tuvo el honor de acoger a los alumnos de sexto de Primaria del colegio Sant Josep Obrer de Palma. Fue todo un acontecimiento.
Cada vez menudean más este tipo de actividades. Los tiempos han cambiado y la prensa, especialmente la de papel, vive una triste decadencia. Sin embargo, en el Sant Josep Obrer apuestan todavía por este medio de comunicación: ¡tienen su propio periódico en el aula¡
No se me ocurre mejor método para abrir las puertas del mundo a la chiquillería, aprender a ordenar la realidad, estimular la creatividad y fomentar un respetuoso intercambio de pareceres.
En una época de rapidísimas, masivas, improvisadas, escuetas, y, a menudo, irreflexivas intervenciones en las redes sociales, la prensa ofrece un trabajo serio y profesional. Los periodistas suelen ser personas especializadas en su campo, lo que les brinda un plus de eficacia frente a los indocumentados, manipuladores o advenedizos.
Los redactores trabajan con un método y huyen de la improvisación. Casi siempre todos en los medios coinciden en determinar qué acontecimientos son noticia. La dificultad nace a la hora de confirmar esos hechos, ampliarlos y divulgarlos después.
El canal por el que se transmiten las informaciones tiene gran importancia, pero lo básico es la cualificación del emisor. Llámenme ingenuo pero pondría la mano en el fuego por la tropa del periodismo español. La búsqueda de la verdad es el norte de este colectivo, a menudo sobrecargado de trabajo, mal remunerado y despreciado. En la cúpula existen, como en otros ámbitos, manzanas podridas y apestosas.
Me duelen mucho las descalificaciones globales del tipo «todos los periodistas son unos mentirosos»; «los jueces son conservadores y machistas»; «los árbitros están comprados (ojo al escándalo del Barça)»; o «los políticos son unos corruptos». Cuando coincides con una persona que emplea esos clichés, malo.
Hay ciudadanos que están muy irritados con determinados medios y extienden su odio a toda la profesión. Es cierto que un importante sector de los diarios, radios, televisiones y digitales toma partido por uno de los dos bloques políticos que se disputan el poder. También hay periódicos y grupos mediáticos no tan significados y cuya ideología se inclina levemente hacia la izquierda o la derecha.
A eso se llama línea editorial, algo que ha existido siempre. Es sano, justo y necesario que en una Democracia exista una pluralidad de opiniones. Querer acallar al que nos critica (y hasta nos acosa), como postula el líder de Podemos Pablo Iglesias no es bueno ni democrático.
Los lectores, oyentes o televidentes cabreados lo tienen muy fácil: cambien de canal, busquen otro medio. Lo aconsejable, no obstante, sería seguir una dieta informativa variada: comer de todo.
Volviendo a los colegiales de sexto de primaria, qué optimismo de foto. Los aprendices de periodista posaron en la redacción en una explosión de alegría, manos arriba y todo sonrisas. Es el porvenir, nuestro futuro.
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