Al Azar

Si Calviño va bien, España va bien

Matías Vallés

Matías Vallés

Ha costado años que calara la contradicción esencial de los barómetros mensuales del CIS. Cuando se pregunta cómo marcha la economía española, los encuestados coinciden mayoritariamente en que nos encaminamos al desastre. Al virar ligeramente el interrogante para indagar sobre la situación individual del sondeado, se engalla para destacar que sus dineros particulares marchan como una seda. España se hunde en su conjunto, pero los españoles van de maravilla. El encuestado consigna así que el país no está a su altura, y que las cosas irían mejor si sus vecinos siguieran sus recetas personales. Lo inédito hasta ayer mismo es que una vicepresidenta económica del Gobierno se sumara en el Congreso a esta superioridad individual sobre los males colectivos, al señalar Nadia Calviño que ha notado la estabilización de precios en sus visitas por lo visto frecuentes al supermercado.

Si Calviño va bien, España va bien. La visita al supermercado conlleva un riesgo de ataque cardiaco al contemplar in vivo la escalada de precios, una experiencia desaconsejada por los médicos a pacientes de cierta edad y fragilidad. La vicepresidenta no señalaba en el Congreso la injusticia del PP al clamar contra la inflación galopante, destacaba que los españoles que se quejan de los bienes inaccesibles al consumo no están a la altura de su Gobierno. Y no del ejecutivo como entidad sobrenatural, sino de la calidad excepcional de los seres humanos que lo configuran.

Calviño tiene prisa por quitarse del vicio o vice, para ser presidenta del Gobierno a secas. Se trata sin duda de un puesto de trabajo honorable, y digno de una persona que acaba de demostrar que se mueve con soltura en la jungla más peligrosa, hoy llamada supermercado. Esta inteligente mujer conoce la primera regla para encabezar el consejo de ministros, que consiste en liberarse del lenguaje de la macroeconomía o tecnocratés, en someterse a las humillantes rebajas para que te enteres de que sabe comprar hoy cebollas y mañana tanques a buen precio. Por algo ella es vicepresidenta y tú no.

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