Opinión

El aeropuerto de Madrid en Palma

El aeropuerto de Palma ejecuta la remodelación de su terminal

El aeropuerto de Palma ejecuta la remodelación de su terminal / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

El Tribunal Supremo ha dictaminado que un palmesano no puede destinar arbitrariamente su vivienda al alquiler turístico. El derecho a la propiedad es limitado salvo en Aena, que lleva a cabo obras mayúsculas en el aeropuerto de Son Sant Joan sin que las autoridades locales puedan llevar a cabo revisión alguna, salvo que se personen provistas de una tarjeta de embarque.

La primera patraña de las obras y de la privatización de la torre de control consiste en mantener la fabulación de que Son Sant Joan mantiene un vínculo estructural con Mallorca. En realidad, es el aeropuerto de Madrid en Palma. Pertenece a la misma realidad virtual que permite a Aina Calvodespreciar una cita en el Parlament, porque solo responde en la capital. No estaría de más convocarla por los métodos coactivos empleados para persuadir a los raperos desatentos con los tribunales que desprecian.

Una vez desmentido el vínculo con Mallorca del supuesto aeropuerto de Palma, la segunda patraña establece que las autoridades locales pueden intervenir en una realidad privada asentada en su isla. El Govern se adelanta aplicado a reconocer que «pedirá información a Madrid», así se resume el Estado de las autonomías en las comunidades sumisas.

La tercera patraña asume que las autoridades locales y la sociedad civil de pago actúan para revertir la ficción aeroportuaria. Remontándose al punto primero del Régimen Especial de Balears que los gobernantes provincianos consideraban innegociable, consta de dos palabras que hasta un político podría entender, «Cogestión Aeroportuaria». El Govern considera materializado el REB, con lo cual indica su renuncia a cualquier posibilidad de cogestionar Son Sant Joan.

La cuarta patraña es imaginar que la entrada de los mercaderes del templo en la sociedad ultrasecreta de la torre de control de Son Sant Joan implica un cambio para Mallorca. En realidad, la privatización del hermético emirato solo conlleva el hundimiento salarial de los controladores, y ningún periodista decente debería perder el tiempo defendiendo sueldos intocables de seis cifras.

Un aeropuerto y sus instalaciones anejas deberían ser un objetivo estratégico para un Estado serio, pero Madrid contempla a Mallorca como una colonia de ultramar a exprimir. Es curioso que los 83 controladores de Palma fueran los primeros acusados penalmente de sedición en la España contemporánea, y que los últimos hayan sido la veintena de marroquíes que invadieron Mallorca, por fortuna sin armas. Se aguarda con interés la primera destitución al respecto, el Govern consultará con Madrid.

Suscríbete para seguir leyendo