Pensamientos

Miedo al cambio de ciclo

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

Muchos pasan de la política, pero la política no pasa de ellos y los acosa en busca de su voto. Vivimos en año electoral y la ansiedad se ha adueñado de gobernantes, aspirantes y medios de comunicación.

La única medicina ante las presiones es el aislamiento, algo que practican con gran naturalidad muchos jóvenes y algunos adultos, que han optado por vivir al margen de la diabólica cotidianidad.

Los que seguimos la actualidad, ya sea por costumbre, necesidad o conciencia social, estamos aturdidos. Nos bombardean con mensajes, consignas y consejos. Más lejos de hacerlo con un tono pedagógico o informativo, emplean un lenguaje belicista e injurioso.

En los 45 años de Democracia transcurridos desde la Constitución de 1978 ha habido, afortunadamente, muchos cambios de ciclo. A etapas en las que gobernaba el centro (UCD), le sucedieron períodos de mandatos socialistas (PSOE) o conservadores (PP). Esto ha sido bueno, o no ha sido malo.

Los electores han sabido frenar la prepotencia de algunos gobernantes, limitar sus mandatos y ventilar, de vez en cuando, las instituciones. Durante décadas se produjo la alternancia en el poder de socialistas y populares, a veces con mayorías absolutas y en ocasiones con apoyos mínimos de partidos nacionalistas moderados.

Para pesadilla de algunos iluminados el bipartidismo se acabó. Está muerto; no parece que vaya a resucitar.

Llegar al poder fuerza así a formar coaliciones o a buscar apoyos exteriores de muy diverso pelaje. Teóricamente esto tampoco es negativo y lleva décadas funcionando en instancias inferiores como ayuntamientos, diputaciones o consells.

El problema ha surgido cuando este sistema multipartidista se ha aplicado en el Gobierno central. La derecha ha visto la fórmula como algo ilegítimo: una auténtica usurpación del poder. Esa tesis es una gran mentira, más la oposición cree que funciona y que le va a llevar a la Moncloa.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se desgañita todos los días socavando los cimientos del edificio habitado por el socialista Pedro Sánchez y sus compañeros de mayoría. Es una auténtica labor de zapa, un derribo minucioso y persistente, en el que también intervienen los diarios, televisiones, radios y digitales de sesgo conservador.

Cuando el obrero Feijóo afloja un poco y se para a tomar aire en plena demolición, la derecha mediática y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lo fustigan sin piedad. El presidente del PP se amilana ante estas críticas de los radicales y asume, con celeridad, sus mensajes. Se muestra débil y falto de personalidad.

El político gallego debería aprender de las estrategias de su compañero de partido Juanma Moreno, presidente por mayoría de Andalucía. Moreno ha conseguido el mando gracias a una imagen de moderación y a una sonrisa educada, algo atractivo para muchísimos votantes.

El cambio de ciclo parece que se avecina, aunque Feijóo deberá contar con el auxilio de Vox, en coalición o en apoyo externo. Aquí viene la estrategia de defensa de Pedro Sánchez y sus socios: acrecentar el miedo a que la irrupción en las instituciones del partido de Santiago Abascalprovoque un severo deterioro de las libertades.

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