Un invasor en los Ciutat de Palma

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Ha causado sorpresa y algunas encendidas protestas que el último Premi Ciutat de Palma de Poesia en lengua catalana lo obtuviera Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982) con la obra Ecogrames, originalmente escrita en castellano, pero traducida al catalán por el propio autor, que entre sus reconocimientos literarios cuenta con el Hiperión de Poesía y el Anagrama de ensayo como finalista, lo que no es poca cosa, y que, además, es doctor en Filología Hispánica y también en Filosofía. ¿Puede un escritor alcanzar la excelencia literaria en una lengua que no es la materna? Ciertamente sí. Conrad, Nabokov, Beckett o Cioran fueron ejemplos de ello. Pero la controversia alrededor de Jorge Fernández Gonzalo siguió alimentándose durante y después de la gala de entrega de premios en el Teatre Principal, porque al autor no se le reconoce más obra en catalán y tuvo el ‘atrevimiento’ de agradecer el galardón dirigiéndose al público en castellano, mientras en redes sociales se dudaba abiertamente de su capacidad para traducirse al catalán, se señalaba al jurado por destacar las virtudes del poemario sin haber cazado antes al intruso y se solicitaba al Ayuntamiento un inmediato cambio en las bases del premio.

La anécdota da para mucho y los aspavientos de indignación resultaron ciertamente divertidísimos y muy característicos de todos nuestros prejuicios. Pero no creo que sea la cuestión de fondo de los Ciutat de Palma, cuya importancia y repercusión se van diluyendo año a año por los constantes cambios y la proliferación de nuevas categorías sin continuidad que ahora acompañan a las históricas: novela, poesía y artes plásticas, a cuya nómina de ganadores desde 1955 deben los premios más importantes de la ciudad el prestigio que aún mantienen, pese a la progresiva pérdida de su identidad.

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