Tribuna

No todos los políticos son iguales

El barrio de San Agustín tiene pocas zonas verdes. La más grande se encuentra frente al hotel Belvedere y está descuidada por el Ayuntamiento. Quizá por esta razón, los vándalos de siempre empezaron a utilizarlo como su aparcamiento particular. Pero ahí toparon con mi vecino Anselmo y el policía de barrio. Anselmo es un firme defensor de la responsabilidad y colaboración del ciudadano con sus administraciones, y se implica en cualquier causa que defienda el bien común. Hace unos años emprendió su cruzada para recuperar la zona verde del Belvedere y desalojar los coches. Al principio estaba deprimido y nos enseñaba al resto de los vecinos los correos inútiles que había enviado a distintos departamentos del ayuntamiento de Palma. Digo que eran correos inútiles porque las respuestas obtenidas habían sido vacuas y dentro de la tradición de «respuestas funcionariales» más frecuentes: «damos curso a su denuncia», «trasladamos al departamento correspondiente», «tomamos nota». Este tipo de respuesta deberían estar prohibidas por absurdas ya que no dar curso, no trasladar o no tomar nota sería una negligencia imperdonable. Un ciudadano que se molesta en ser colaborador y proactivo con su administración se merece una respuesta clara y constructiva: damos curso a su denuncia y la trasladamos al departamento ‘x’ siendo la persona responsable fulanito que se pondrá en contacto con usted antes de tres días para informarle de las medidas a tomar. Esta forma de responder genera empatía en el ciudadano y da una imagen de eficacia de la administración.

Volviendo a mi vecino Anselmo, el tiempo pasaba y estaba a punto de darse por vencido. Sin embargo, hace unos días la cosa cambió y apareció exultante de alegría. Había recibido una llamada del nuevo policía de barrio. Con el antiguo no le había ido muy bien, había llamado al móvil de Anselmo molesto por su reclamación y argumentándole que la zona verde era suelo municipal y que el Ayuntamiento podría transformarlo en aparcamiento o usarlo como estimara. Después de eso, nada. Pero el nuevo policía de barrio venía con una actitud completamente diferente. Hacía suya la demanda de recuperar la zona verde y le informaba de que se iban a tomar medidas empezando por la imposición de sanciones que había iniciado esa misma mañana. El agente entendía que se correría rápidamente la voz y se dejaría de aparcar en la zona verde y colorín colorado no ha vuelto a aparcar nadie.

Hay pocas personas como mi vecino Anselmo dispuestas a dedicar su tiempo a colaborar con el Ayuntamiento. Porque lo que hace mi vecino es ayudar al personal del Ayuntamiento y facilitarles su tarea que es mejorar la vida de los ciudadanos. La pena es que algunos funcionarios no lo entienden así y ven al ciudadano que denuncia como un incordiador en lugar de un colaborador. Por eso, no todos los funcionarios son iguales. Los hay que pasan la pelota y los hay que resuelven. El alcalde Hila ha abierto el ayuntamiento de Palma a la ciudadanía: escucha a asociaciones de vecinos y comerciantes, despliega campañas solicitando la opinión de los ciudadanos y facilita cauces de denuncia e información. Pero los cambios no son tan rápidos como Hila quisiera porque, ni todos los funcionarios, ni todos los policías de barrio, ni todos los políticos son iguales. Pero tampoco todos los ciudadanos son iguales. Hay ciudadanos participativos, preocupados por resolver los problemas de su ciudad y dispuestos a aportar su tiempo como hace mi vecino Anselmo. Otros no pasamos de criticar a los políticos, decir que todos son iguales y no tomarnos más molestias por muchos cauces que nuestro ayuntamiento habilite para aportar quejas. Los ciudadanos participativos son un activo que los ayuntamientos deberían cuidar.