Entrebancs

Mirando hacia atrás sin ira (1): La polarización política

Quienes están al frente de algunos de los partidos, sus estrategas, han decidido que para ganar votos vale todo

Antonio Tarabini

Antonio Tarabini

Cada año aprovecho las vacaciones navideñas para poner orden y concierto entre una montaña de papeles,artículos, dossiers (…) que provocaron mi interés. La mayoría terminan en la papelera; otros me siguen interesando porque siguen vivos y coleando. En concreto me voy a referir a tres reflexiones «antiguas». Hoy la primera, la Polarización definida por Carlos Rico, politólogo y profesor de U.de Comillas.

«La sociedad está más polarizada que nunca». En política, la polarización es el proceso por el cual la opinión pública se divide en extremos opuestos. Ello se refleja en un estudio de campo a nivel global realizado por la empresa IPSOS, en el que el 59% de los encuestados consideraba que su país estaba más dividido que 10 años atrás. Este porcentaje era sensiblemente mayor en países como España (77%), Italia (73%) o EE. UU. (67%). El principal factor al que se atribuía el aumento de la división era precisamente las tensiones entre personas pertenecientes a distintas ideologías políticas. Pero, «¿en qué consiste exactamente esa polarización política? :en crear un enemigo al que le atribuyes todo el mal posible». Es muy fácil crear un malvado, un ‘ellos’, y decir que a ti te tienen que votar para luchar simplemente contra ese mal, contra esos ‘otros’.

¿Es algo nuevo?,no. Es fácil encontrar paralelismos en la Europa de entreguerras, un período de crisis en el que «arrasó un discurso antidemocrático entre sectores de la población que o lo estaban pasando mal o tenían mucho miedo a cualquier otra alternativa que no fuera un mantenimiento del statu quo económico y de roles sociales». Y entonces surgió el fascismo, Y también me vienen a la mente otros nombres como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán, Marine Le Pen, Matteo Salvini, Santiago Abascal o Isabel Diaz Ayuso. ¿De dónde surge esa polarización? Sociólogos, politólogos y antropólogos hablan de una ‘tormenta perfecta’ en la que se han combinado varios factores coyunturales que han dado lugar a la radicalización, a los populismos y a la desconfianza general de la población. Entre estos factores destacan tres: las élites políticas, los medios de comunicación/las redes sociales, y los propios ciudadanos.

«El objetivo de los partidos políticos es ganar elecciones, maximizar los votos para alcanzar una especie de consenso tácito por el cual no se podían cruzar una serie de líneas rojas, como descalificar brutalmente al adversario, negar su legitimidad o poner en cuestión a las Instituciones». Pues bien, ese acuerdo ‘se ha roto desde hace ya años’. «Quienes están al frente de algunos de los partidos, sus estrategas, han decidido que para ganar votos vale todo. Se han dado cuenta de que les sale más rentable polarizar que utilizar otro tipo de estrategia. Con la polarización se simplifican los discursos y se demoniza al contrincante, lo cual resulta más ‘cómodo’ a la hora de captar votantes evitando tener que entrar en los detalles o dar explicaciones de por qué se ha tomado una medida».

A su vez los medios de comunicación y las redes sociales que, aunque no sean los responsables de la politización, han contribuido, y en general siguen contribuyendo, como altavoz de la radicalización y los populismos.

«Aunque la posibilidad de comunicación ha aumentado enormemente en los últimos años; pero la posibilidad de crear diálogos, no». A esto hay que sumar la simplificación de los mensajes en titulares de noticias y redes sociales, donde ‘el matiz’ no tiene mucha cabida. Pero a fuerza de ‘buscar el titular más heavy que atraiga a más gente’, la información ha tendido a simplificarse, a quedarse en ‘el negro y el blanco y los eslóganes’. Por otro lado, las nuevas tecnologías y formas de comunicación permiten que estos eslóganes se propaguen a una velocidad sin precedentes.

Las redes sociales y los medios de comunicación se han convertido en ocasiones en cámaras de eco que replican y refuerzan las opiniones de uno mismo y de sus iguales. Las redes han aprendido cómo funciona nuestra mente y, de alguna forma, nos están hackeando. «Es muy baja la posibilidad de que se cuele en tu burbuja un mensaje que cuestione tu postura o que te haga pensar/dudar».

La sociedad es la tercera pata de esta historia, que está a su vez interconectada con las demás. Las personas toleramos ahora mucho mejor la falta de verdad, los bulos y las fake news. A medida que le vas diciendo al algoritmo qué libros lees, qué charlas te gustan y qué causas apoyas, te va a ofrecer un tipo de contenido omitiendo lo que sabe que no te gusta, con lo cual refuerza esa dinámica. Es una paradoja, pero tenemos tal flujo de información que ya no sabemos distinguir lo que es verdad de lo que no. «La sobreabundancia de información, ya sea rigurosa o falsa, sobre un tema sirve para alimentar la desconfianza en las Instituciones y en el Estado social, democrático y de derecho». La gente tiende a razonar así: ‘Si ya no sé ni lo que puedo creerme, mejor no creo en nada’.

Continuará. «La estrategia de la Crispación».

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