Cómo acabar el año

Valentí Puig

Valentí Puig

Una parte de 2022 va a quedarse en la vía muerta, con su rastro de sinsentido, dolor y divisiones. Y el día a día, seguirá con sus in y sus out. Lo más out de 2022 ha sido ligar en peluquerías unisex; disertar sobre Netflix en las cenas; afirmar que la inflación es un mito; las indigestiones de sushi; criticar los pantalones pitillo de Pedro Sánchez; decir de una salsa que es divina; ir a maitines en uniforme de ciclista; vaticinar otra decadencia de Occidente; ver TV-3; pasear el perro simpático para seducir a la vecina del quinto; Trump y el cava ácido; las corbatas con elástico; el retorno de las novelas mal escritas. También llamarse liberal y ser libertario; presentarse como conservador y ser reaccionario; confundir economía de mercado con criptofinanzas; el ketchup asiático; la democracia exacerbada; suponer que el socialismo sobrevive; ponerle un altar a Zelenski; tener por facha todo lo que se menea; el jacuzzi en la miniterraza; el robot doméstico para lustrarse los zapatos; confundir autoritarismo con totalitarismo; preferir Santa Claus a los Reyes de Oriente; las empatías de Yolanda Díaz; la derecha que no tiene mano izquierda; el fraude woke; la Barcelona de Ada Colau y la transustanciación de Xavier Trias.

¿Cómo comenzar 2023 con buen pie? Por ejemplo: leer a Ortega; ponerse pijama; no hurgarse la nariz en el metro; lanzar un plan de paz para Ucrania; dar los buenos días en el Rodalies; respetar el principio monárquico; ahorrar como si fuésemos de clase media; olvidarse el podómetro de calorías en un cajón; querer informarse mejor en internet; usar el tenedor; no salir del gimnasio cantando Yo soy aquel; volver a las películas de Jacques Tati; ir a balnearios tranquilos; la prosa de Azorín; leer el Antiguo Testamento; la sopa de cebolla; los manteles a cuadros; ponerse pecas; recordar a los muertos; la pintura de paisaje; las gabardinas de toda la vida; ir al barbero y no a la peluquería; dejar la bicicleta y volver a caminar; desayunar huevos revueltos.

Previsiblemente, seguirá siendo out que te case un algoritmo; los vestidos de rejilla; decir que hace falta un Mayo 1968; creerse los desvaríos freudianos de Slavoj Zizek; decir que España es el problema y Europa la solución; decir que Europa es el problema y España la solución; no saber que existen problemas sin solución; poner preguntas sobre la mesa; los short anchos; los tópicos de la España vaciada; las rotondas de la España fea; llenarse la boca con las clases vulnerables y desprestigiar el crecimiento económico; cualquier mesa de diálogo con ERC; confiar todavía en Erdogan; quitarle las burbujas al champán; encriptar tus confesiones sin confesar; hablar de mi cardiólogo y mi gestor; creerse fino y ser hortera; suponer que la chapuza es un arte; recibir a las visitas en albornoz; contar dos veces el fin de semana en Nepal; quejarse de los patinetes que serpentean por las aceras; los taxistas de extrema derecha y de extrema izquierda; hablar del buqué aflautado y pajizo de los vinos; repetir de croquetas. Lo más in: saber callar. Out hablar para no decir nada. Out, okupar. In: pagar el alquiler.

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