Exproductor de cine

Limón & vinagre | Harvey Weinstein: Las andanzas del nefasto

Weinstein, en un tribunal de Los Ángeles, el pasado octubre.

Weinstein, en un tribunal de Los Ángeles, el pasado octubre. / Etienne Laurent / REUTERS

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Sería interesante saber quién es el Weinstein español. Quién pudo o ha podido serlo. El exproductor de cine Harvey Weinstein ha sido declarado hace unos días culpable de tres cargos de violación y agresión sexual en un juicio en Los Ángeles. Weinstein fue encontrado culpable de violación, cópula oral forzada y otro cargo de conducta sexual inapropiada en relación con una mujer. Ya tenía otra condena, en 2020, y en total han podido ser cien las mujeres a las que forzó o de las que se aprovechó o que lo han denunciado. Un depredador. Setenta años. Lo que debió de ser aquello. El todopoderoso en su despacho frente a la aspirante a la fama. Lo que será y habrá sido durante décadas en EE UU y en Inglaterra y España y Alemania... y el orbe entero. La historia se repite. Salvo en casos como estos, que está empezando. Con Weinstein comenzó y con otros, más o menos, el #MeToo hace unos años, lucha feminista contra los abusos. También la cultura de la cancelación, incluso sin cultura: la cancelación a secas comenzó con este caso. O sea, borrar de la vida civil, marginar, postergar, negar todo al abusador. O al acusado de abusos.

Weinstein y su peripecia darían para algunas de sus películas. Actualmente está en la cárcel cumpliendo 23 años. Una de sus víctimas declaró que jamás debería volver a ver otra cosa que las paredes de una celda. Va camino de ello. No sabemos si la película de su vida sería tarantinesca, carcelaria o daría para un dramón de esos de sobremesa en cadena generalista un sábado después de comer.

Nació en Queens en el seno de una familia judía. Cada vez que oigo un barrio de Nueva York y la palabra judío me entran ganas de invadir a Woody Allen. Weinstein fundó una productora junto a su hermano, una gigante, Miramax, pero luego tendría muchas otras aventuras empresariales. Se codeó (y acostó) con lo más granado de Hollywood, de Estados Unidos, del planeta celuloide y, carácter obliga, llegó a pleitear broncosamente con los poderosos lobbies americanos del cine cuando Átame, de Almodóvar, que su compañía iba a distribuir en Norteamérica, fue clasificada X. A raíz de este caso, se hicieron otras clasificaciones intermedias. En ese terreno de la bronca o la piratería, la depredación, habrá también que incluir el pleito con Michael Moore a cuenta del documental Fahrenheit 9/11. Según Moore, Weinstein le birló mucho porcentaje de los beneficios. Finalmente hubo una indemnización de cifras no detalladas.

Weinstein tiene talento para el cine y para los negocios, encanto personal, una buena utilización del dinero para abrirse puertas y un proceder tiránico con las mujeres. Juguete roto que incluye incluso cara de boxeador. Correteó por el Nueva York de los años cincuenta, en el de los sesenta terminó de forjar sus sueños y en el de los setenta despegó. Del todo a la nada. Del puro, el buen whisky, el esmoquin, los grandes salones, los saludos a poderosos en moqueta de mansión, con el envés de los abusos, a la destrucción y la cárcel.

En un momento de toda esta historia hubo acto, palabras más bien, de contrición: «Entiendo que la forma en que me he comportado con mis colegas en el pasado ha causado mucho dolor y sinceramente pido disculpas por ello». Igual es problema de la traducción pero se ve una sintaxis como de comunicado de prensa anodino. Sin sentimiento. Sin énfasis. Hay más calor y empatía en la nota de cortesía que te puede enviar un restaurante para preguntarte por qué dejaste media lubina que en esas frases.

Sus amigos no han estado a la altura, si bien esta es una frase que podría escribirse en cualquier época y sobre cualquier humano. Pero claro, qué es estar a la altura en este caso: defender al amigo o reprobarle su conducta. No han faltado tampoco los oportunistas que a Weinstein revuelto han tratado de obtener ganancias. También habrá quien viendo el destino de este personaje haya tratado de echar más llaves al armario de su propio pasado.

La clave es lo que su caso simboliza y hace comenzar: la condena de unos actos morales que algún día parecieron normales. Weinstein es un cambio de época y mentalidad. El comienzo de la hora en la que los abusos no quedan impunes. El guionista ha cambiado. El final ya no es previsible y los abusos se han acotado. Falta por saber cuántos y cuántas están deseando que alguien les haga una proposición deshonesta a cambio de trepar y trepar. Están cerca. La falta de escrúpulos, incluso escrúpulos morales, no es privativa de poderosos.

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