Las amistades peligrosas de Bauzá

Editorial

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Como en el caso de los vuelos de la CIA, una red de secuestros y cárceles secretas auspiciada por Estados Unidos con la complicidad de Europa y destapada a partir de los aterrizajes en Son Sant Joan relatados por este diario, en el ‘Qatargate’ Mallorca vuelve a situarse en el epicentro de un escándalo que sonroja al mundo. Esta vez por la red de sobornos a miembros del Parlamento Europeo para blanquear a la monarquía autocrática qatarí, orquestada en buena medida desde el chiringuito presidido por el expresidente balear y eurodiputado de Ciudadanos, José Ramón Bauzá: el grupo de Amigos de Qatar en la Unión Europea. El farmacéutico, un auténtico escapista en todos los casos que han salpicado su trayectoria política, asegura haber actuado siempre por convicción y sin cobrar un euro, aunque los elementos aflorados de este sórdido escándalo, que atañen a su agenda política gestada al margen de la oficialidad de Bruselas, substancian dudas más que razonables de las que tendrá que dar cuenta en la investigación en curso.

Tras descubrirse fajos de dinero en su domicilio, Francesco Giorgi, asesor y pareja de la vicepresidenta de la Eurocámara detenida y destituida, la socialista griega Eva Kaili, ha confesado haber sido partícipe de esa trama de sobornos en la que también sitúa, entre otros, al belga Marc Tarabella, a quien la policía ha incautado abundante material informático. Tanto Kaili como Tarabella han sido compañeros de viaje de Bauzá en misiones bajo sospecha. Eurodiputados de todos los colores describen en medios internacionales las artes persuasivas desplegadas por Qatar ante el Mundial de Fútbol, que hoy concluye. Viajes gratis y estancias de lujo en el país anfitrión, como las disfrutadas por Bauzá, para suavizar las críticas por el trato a los trabajadores, a la violación de derechos civiles y sociales, en definitiva, para «limpiar su imagen». Todos coinciden en que el «acercamiento sistémico» se operaba a través del grupo liderado por Bauzá y se dirigía desde la embajada de Qatar en Bruselas.

Los regalos de lujo a cambio de buenas palabras solo son la punta del iceberg. «Estamos hablando de corrupción delictiva, de personas que ofrecen bolsas llenas de dinero y de personas que no las rechazan», sostiene la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, quien ha prometido «llegar hasta el final» e introducir «una reforma profunda» de las normas éticas para atajar el daño reputacional de una institución que arrastra demasiados escándalos sin corrección ni escarmiento. De momento, se ha suspendido la tramitación de expedientes relacionados con Qatar, como el de aviación, en el que tanto se afanó Bauzá, invitado a foros aéreos por la compañía del país, un lugar del que mantiene «hay mucho que aprender». Continuará.