Baleares está sufriendo lo que, desde el Sindicato Médico Balear, definimos como HUELGA PASIVA. La acusada y progresiva fuga de médicos está adquiriendo una tendencia muy preocupante que, como poco, merece una reflexión seria. Estamos asistiendo a una descapitalización de médicos de la sanidad pública, ante el nihilismo de la administración.  

Es inconcebible la actitud del Gobierno central y de las autonomías ante tres hechos muy graves que atentan contra la solvencia de la sanidad pública: el autoexilio europeo de 18.000 médicos, la fuga nacional y autonómica de médicos de la sanidad pública a la privada y el abandono de la profesión por el maltrato institucional que sufrimos.

Los médicos en Baleares, de momento, no hacen huelga entendida como la interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar mejoras o manifestar una protesta. Nuestros médicos en Baleares simplemente se van. Nuestra huelga es ‘pasiva’. Tan pasiva como la respuesta que desde las instituciones estamos recibiendo. Tiritas y parches que son pan para hoy y hambre para mañana. Y nuestra sanidad pública, en concreto la nuestra, la balear, se desmorona a pasos agigantados mientras nuestros políticos nos hacen mirar a Madrid para ver si nos tragamos eso de ‘mal de muchos, consuelo de tontos’.

Pues no, aquí ya no nos lo tragamos. Nuestros médicos, con sus 11 años de formación, su excelente grado de conocimiento y entrega y su especialidad reconocida, miran por su salud, por su dignidad laboral y, simplemente, se van. El hartazgo y la impotencia ante la sobrecarga laboral que sin medida sigue en aumento, no se ve recompensado por el repentino y paupérrimo «esfuerzo» realizado desde el Govern. Este «esfuerzo», que aun así agradecemos, nos recuerda quizás más a que tenemos las elecciones a la vuelta de la esquina. Benditas elecciones, que despiertan a nuestros políticos y les avisan de cómo tienen la casa por dentro.

Los datos de fugas, que desde el sindicato vamos registrando y denunciando, no paran de crecer y, con ellos, las consecuencias son demoledoras. Los daños colaterales son claros: se multiplica la sobrecarga laboral sobre quienes deciden, de momento, quedarse y a los que, por la mala gestión, les toca en demasiadas ocasiones duplicar o triplicar guardias para no dejar el servicio descubierto. El acuciante burnout cada día está más presente entre los facultativos que ven cómo sus reclamaciones no encuentran respuesta y, preocupa sin medida, la salud de nuestros ciudadanos que corre grave peligro ante las saturadas agendas médicas de entre 40/50 pacientes-día, a pautas de atención de tres minutos por paciente o listas de espera de más de seis meses en nuestros hospitales. Los datos hablan por sí solos y reflejan una realidad inquietante.

Independientemente del futuro que elija cada uno, la realidad es que la elevada proporción de médicos que están dejando sus puestos de trabajo en la sanidad pública balear no cesa. Ya sea para ir a la medicina privada, con pérdidas que aumentan de forma exponencial debido al efecto llamada de otros médicos que encuentran en ella premio a su labor y reconocimiento. Ya sea por cambiar de especialidad o por emigrar al extranjero, o incluso por la necesidad de tomarse un año sabático para reencontrarse o escapar buscando otros destinos, la realidad que sufrimos es la fuga de médicos en un goteo constante.

Todos los médicos somos conscientes de que así no podemos ejercer una medicina con garantías. En nuestro ADN llevamos la responsabilidad moral, ética y vocacional. Nuestra carrera profesional consiste, cada día, en salvar vidas, pero si el sistema sanitario falla, lo que se pone en peligro son estas vidas. Por todo esto, necesitamos urgentemente una gestión administrativa responsable y con miras de futuro que capte, fidelice y proteja a nuestros médicos. Urgen medidas para parar esta sangría, que irá in crescendo. Seguimos insistiendo ante el Govern: cuiden a la infantería sanitaria que lidera la actividad asistencial. Ya saben, en derrota transitoria, nunca en doma.