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Elena Fernández-Pello

El Mundial de las contradicciones

A partir del 20 de noviembre y durante cuatro semanas, el Mundial de Fútbol de Catar proporcionará entretenimiento y evasión a media humanidad, además de pingües beneficios económicos a una porción mucho más exigua de personas, aunque no sea desdeñable. Esas son razones que, se supone, deben acallar nuestras conciencias si se diera el caso de que protestaran al caer en la cuenta de que el hecho de que el escenario de nuestro disfrute es también un territorio en el que se vulneran sistemáticamente y con cobertura legal derechos humanos fundamentales.

Sin entrar en muchos detalles y según el último informe de Amnistía Internacional, los trabajadores que llegan a trabajar a Catar -muchos en estos últimos años y en obras y servicios vinculados al Mundial- son objeto de abusos y explotación laboral; no existe la libertad de expresión y las mujeres son discriminadas por ley, y también las personas que no se ajustan al canon heterosexual, #que se exponen por ello a largas penas de prisión.

En Catar, por precisar un poco más, las mujeres están sometidas de por vida a un tutor masculino, ya sea el padre, un hermano o el marido, como si nunca alcanzaran la mayoría de edad, y es él quien debe autorizarlas formalmente a estudiar, a trabajar y a viajar al extranjero, entre otras muchas cosas; y si se divorcian, no podrán optar a la tutela de los hijos.

Si todos esos detalles nos incomodan, podemos rebajar nuestro remordimiento recreándonos en el hecho de que el de Catar será el primer Mundial de Fútbol en el que una mujer se pondrá al cargo de un partido de tan alta categoría. La árbitra japonesa Yoshimi Yamashita compartirá ese honor con la francesa Stéphanie Frappart y la ruandesa Salima Mukansanga; aunque no se les asegura la salida al campo de juego, las tres han sido convocadas, y con ellas otras tres mujeres han sido seleccionadas como asistentes o jueces de línea: Neuza Back, de Brasil; Karen Díaz Medina, de México, y Kathryn Nesbitt, de Estados Unidos. Son un número bastante insignificante entre todos los convocados, 105 en total, pero ni mucho menos despreciable.

«Los árbitros seleccionados representan el nivel más alto del arbitraje mundial», declaró el presidente de la Comisión de Árbitros de la Federación Internacional de Fútbol, la FIFA, Pierluigi Collina, al presentar la lista. «Lo que cuenta para nosotros es la calidad, no el género», remarcó, y a continuación expresó su confianza «en que, en el futuro, la selección de árbitros femeninas de élite para competiciones masculinas importantes sea percibida como algo normal y no como algo sensacional».

Estaría bien que esa sensibilidad e interés que la FIFA manifiesta hacia las mujeres en el deporte fuera un poco más allá y se materializara, aunque solo fuera eso, en algún gesto reivindicativo en defensa de los derechos de las cataríes y de los derechos humanos en Catar, algo que tiene pocos visos de que vaya a suceder.

Tal y como andan las cosas y ante las muchas tensiones y contradicciones a las que vivimos sometidos, quizá lo mejor sea dejarse anestesiar durante las próximas semanas por una potente dosis de buen fútbol.

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