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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

La inmigración, nos ocupa y preocupa

La inmigración está en ese paquete de problemas sociales ligados a la globalización que nos ocupa y preocupa. La inmigración tiene una densidad presencial, una visibilidad y una capacidad de influir en la fisonomía de los grupos sociales, que nos demanda modelos de gestión de flujos humanos más eficaces que los parches que estamos aplicando hasta el momento. Ni el «buenismo» de las fronteras abiertas, ni una «amnistía» generalizada a los inmigrantes ya instalados. Pero tampoco la aplicación de las dominantes políticas xenófobas fruto de la deriva internacional, con la llegada al gobierno de partidos de cariz extremista y xenófobo en algunos países, Italia, Hungría, Polonia… Este tipo de ideologías se basan en un discurso de odio hacia los migrantes, discurso que está arraigando con fuerza entre las clases más desfavorecidas, que no reciben respuesta a sus problemas.

En este número de Quaderns Gadeso (426) queremos captar, como cada año, la opinión que los ciudadanos y ciudadanas de estas islas tienen de este controvertido tema que, además de ser preocupante y un peligro para los valores democráticos, contribuye a poner, una vez más, sobre la mesa el controvertido debate de la inmigración. Primer dato significativo: Un 58% considera que la inmigración es un problema grave, que no tiene por qué presuponer un rechazo sin matices hacia los inmigrantes.

En referencia a los inmigrantes regularizados, bastantes de ellos con años de residencia, la opinión es negativa. Se ha creado una leyenda urbana de que tales inmigrantes (¡legales!) saturan los servicios públicos (68%) y usurpan puestos de trabajo a los autóctonos (27%). Aunque la realidad es otra: la mayoría de los inmigrantes con «papeles» llevan años, incluidas sus familias, residiendo entre nosotros y pagando sus impuestos. En su calidad de ciudadanos usan los servicios públicos (sanidad, educación…); y con frecuencia ocupan puestos de trabajo que los autóctonos no queremos, o no podemos hacer. Vox, como todos los partidos xenófobos, practica el aforismo, «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». No en vano su líder, Santiago Abascal, sin ningún complejo, ha afirmado: «Haremos lo posible para que los extranjeros, aunque tengan la nacionalidad, sean expulsados de España».

Como es lógico ocupa y preocupa más la presencia de inmigrantes ilegales (69%). Una mayoría considera «que se les debe expulsar», porque generan inseguridad/delincuencia (40%) y abusan de los servicios públicos (31%). Además, a pesar de que un 19% piensa «que se les da un trato indigno», un 67% considera que «nuestra mala situación no nos permite acogerlos». En tales percepciones negativas influye la presencia problemática de los refugiados y su acogida especialmente en el Mediterráneo, incluidas nuestras islas. Ya no existe el Mare Nostrum de J.M. Serrat; lo hemos convertido en un inmenso cementerio. Europa cierra los ojos y las fronteras. Los barcos de las ONG que rescatan a los sobrevivientes de los naufragios o evitan que se ahoguen pasan días y hasta semanas esperando a que alguna autoridad italiana, griega o española les dé permiso para atracar. En los últimos tres años, más de 120 mil solicitantes de asilo y protección en Europa han sido devueltos a sus países de origen a través de Libia o confinados en campamentos en Turquía y otros lugares. A Europa solo entran los africanos que vienen en grandes cruceros, gastan y se van.

La problemática de la inmigración no es nueva en Europa. En los últimos años, a la inmigración que llegaba a nuestras fronteras en busca de una vida mejor se ha sumado aquella que llega huyendo de conflictos armados o del hambre. Este hecho provocó una crisis migratoria sin precedentes en la Unión Europea, la cual se vio obligada a implantar, deprisa y corriendo, una serie de políticas migratorias. Ni la UE ni sus estados miembros, especialmente los de la frontera sur, han sabido dar una solución adecuada. Europa, en un ejercicio impúdico, desatendiendo responsabilidades, retira sus operativos para delegar los rescates a países terceros (vgr. Libia), que le hagan el trabajo sucio. Y de aquellos lodos estos barros, los partidos de extrema derecha, Vox entre ellos, han sabido aprovechar el malestar ciudadano a través de presentar a los inmigrantes, especialmente a los musulmanes, como culpables de nuestras cuitas.

Otra realidad invisible. Los menores no acompañados permanecen internos en centros de primera acogida, bajo la tutela de las comunidades autónomas y siguiendo los protocolos de prevención aconsejados por las autoridades sanitarias. Y cuando cumplen su mayoría de edad, si no se han legalizado, a la calle sin papeles. El presidente Sánchez recordó en su discurso en la ONU que la desigualdad se ceba en los más vulnerables y entre ellos están los migrantes menores de edad.

El pasado 26 de mayo de 2022 el Gobierno aprobó una Reforma de la Ley de Extranjería que supone una revolución en el ámbito de la regulación de Extranjería en España y una definitiva actualización de los aspectos más principales del día a día de la residencia y trabajo de extranjeros en España.

Pero del dicho al hecho, sigue habiendo un gran trecho. De momento la inmigración nos sigue ocupando y preocupando.

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