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Valeria Milara

Siento, luego existo

Cada vez que alguien me dice «no te lo tomes tan a pecho», me gustaría decirle que ojalá pudiera. Y cuando contestas que eres muy sensible, y no lo puedes evitar, consideran que te estás creyendo superior y confunden sensibilidad con bondad. No es cuestión de ser mejor o peor. Es un rasgo de la personalidad. Es físico. Y con una base científica. Las PAS, las personas altamente sensibles, tienen mayor movimiento en el hemisferio derecho del cerebro, el que tiene que ver con la parte emocional, la creativa y la cognitiva. La doctora Elaine Aron puso el tema en la palestra y empezó a difundirse y coger peso en 2015 tras la emisión del documental Sensitive, donde Alanis Morissette explicaba lo que suponía ser altamente sensible.

Los expertos se basan en cuatro pilares para determinar si alguien es PAS. Han de tener un procesamiento sensorial profundo, es decir, reflexionar y reflexionar sobre lo mismo. También se saturan con facilidad ante estímulos fuertes como el ruido o las luces. Tienen una fuerte emocionalidad: sufren y disfrutan sobremanera. Y por último sus sentidos físicos: vista, oído, tacto, gusto y olfato son más potentes.

Se calcula que un 20% de la población es altamente sensible, y suelen ser personas que en el mundo laboral están en segundas y terceras filas, porque se premia más la frialdad y la falta de emocionalidad, porque los sentimientos asustan. Y en el mundo laboral pueden aportar mucho. Son empáticas y gracias a sus sentidos potenciados y a su capacidad de observación sabrán vender a un cliente lo que iba a buscar y lo que él no sabía que necesitaba.

Yo soy altamente sensible. Evidentemente no se puede vivir todo el día dentro de una película de Almodóvar, ni para los que están fuera ni para el que está en un papel que siente de verdad. Es agotador. Con los años aprendes a gestionarlo. Y tienes tus baches. Y no hay que vanagloriarse ni avergonzarse. Eres así. Para mí el reconocimiento de este rasgo me ha hecho llorar con menos vergüenza. Nunca reprimamos una lágrima. Son gotas de humanidad en este desierto emocional. La sensibilidad es un rasgo que hace mucha falta en este planeta donde el poder continúa estando en manos de muchos simios.

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