La relación de los peatones con el entorno urbano en general y los carriles bici en particular fueron objeto de debate el pasado lunes 17, en el Club Diario de Mallorca.

Vianants Mallorca, asociación organizadora del acto, permitió desarrollar mi visión de policía desfasado y usuario actualizado, en la mesa redonda que, bajo el título «Sobre carrils bici i voreres», abordó el tema desde diferentes perspectivas.

Especial relevancia tuvieron las intervenciones de las personas con discapacidad visual y de movimiento, respecto a sus problemas de accesibilidad.

Explicada en detalle la problemática peatonal por Sonia Jichi Ribera, Alejandra Araya Canepa y Pere-Joan Brunet Estarellas, desarrollé mi exposición bajo el prisma de usuario finalista. Figura —la del afectado directo— ignorada en ocasiones por quien dicta las normas. La misma se centró en los carriles bici de Palma.

El centenar largo de kilómetros de la red ciclista me permitió seleccionar algunos aspectos de mejora. Planteé de inicio —tras una breve introducción— mis conclusiones y, a partir de ellas, utilicé fotografías para intentar explicar cómo había llegado a las mismas. Teniendo en cuenta que el tema, además de multidisciplinar, es ingente, probablemente faltaron algunos detalles.

En los prolegómenos mantuve el riesgo de todos los colectivos de usuarios en los múltiples carriles bici, consecuencia de una falta de prevención en su diseño. La Administración traslada a la ciudadanía —confiando en su habilidad y prudencia— la función de cuidado. Queda lejos la teoría preventiva; ¿es peligroso? Entonces, cuídate.

Compartiré en estas líneas un esbozo de los argumentos que transmití, así como su desarrollo.

Debería existir visión de futuro en cuanto a la creación de nuevos viales y construirlos escuchando a todos los implicados. En este punto en concreto, olvidé mencionar la imprescindible participación de policías locales en su diseño. Ellos ampliarían esa visión global de seguridad que les falta a los carriles bici. En mi opinión, adolecen en su construcción de la contemplación de los tres factores de la seguridad vial; el humano, la vía y el vehículo, manteniéndose centrados en los desplazamientos. Esa visión parcial incide sobre la vía exclusivamente y ni mucho menos en todos sus aspectos. Ello genera riesgos.

A ese respecto, hace años que la competencia policial en la ordenación del tráfico ha sido fácticamente suprimida, mientras que a la dirección técnica y política del Cuerpo tampoco le debe importar demasiado, dado que —al contrario del Área de Movilidad— no se vio representada en la jornada. Se «solidarizaron» con la policía local ausente todos los grupos municipales, a excepción del PSOE y Vox.

La seguridad debe ser el punto de partida de la sostenibilidad. La pacificación debe asumirse valerosamente, recuperando espacio individualizado y seguro por completo para peatones y bicicletas, no trasladando o repartiendo riesgos. La pérdida de «comodidad» de los coches supone una mayor garantía para el resto de usuarios que, en modo alguno, debe traspasarse de bicicletas o patinetes a los peatones. Todos los flujos de tráfico deben ser seguros.

Carriles estrechos, sin separación peatonal, la invasión del espacio por el vuelo de los manillares, la falta de mantenimiento, itinerarios confusos, máquinas de la ORA «pegadas» al carril, itinerarios podotáctiles aptos para personas con discapacidad visual y paradas de autobús con sumo peligro, encapsulamientos y abuso de bolardos metálicos, fueron, entre otros, algunos de los aspectos destacados con expresión de su ubicación.

En las conclusiones, solicité realizar una auditoría de riesgos de todos los carriles-bici actuales, contando con ciclistas, peatones, conductores y policías. Presentando un Plan de mejora final que propusiera cuatro posibilidades: mantener, rehacer, desplazar o incluso eliminar (plaza de España o Blanquerna serían buenas propuestas de desplazamiento, o eliminación en último extremo). La plaza de España no tiene ni un solo metro de carril seguro y Blanquerna resulta realmente hostil. En esta auditoría no se necesitan técnicos. Ellos ya han materializado su proyecto, ahora interesa la opinión de los afectados que, una vez hayan detectado la problemática, puedan plasmarla en un Plan de mejora. Tras ello, los técnicos deberían —siempre que haya voluntad política, claro— atender a esas demandas. Es el momento de las soluciones, no de las justificaciones.

El concejal de Movilidad apuntó, en el turno de palabra, la ausencia de técnicos de su equipo en la mesa, así como la consecuencia del modelo heredado a lo largo de los años de la red de carriles-bici, sobre el que van trabajando. La primera cuestión -ya la he dilucidado anteriormente- daba pie a escuchar los problemas de los que normalmente no tienen voz. Respecto a la segunda, tras darle la razón, señaló que ello no exime —más bien obliga— a subsanar las deficiencias apremiantes existentes. En la mesa visualizó algunas, y entendí que tomaba nota. Presiento que mis peticiones de trasladar el carril de Blanquerna a la calle 31 de Diciembre o eliminar el de la plaza de España no prosperarán, aunque tal vez y con un poco de suerte alguno de los otros riesgos evidenciados sea eliminado.