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Elena Fernández-Pello

Mujer, vida y libertad

Mahsa Amini ha pagado con su vida el atrevimiento de no cubrirse el pelo como Dios manda. La joven kurda, de 22 años, fue detenida en las calles de Teherán junto a otras muchachas por la Policía de la Moral, su delito era llevar el velo mal puesto; fue devuelta a su familia en coma tras tres días retenida. Eso ocurría hace unos días en el otro extremo del mundo, en un lugar muy lejano para nosotros, geográficamente y en otros muchos sentidos. Hay que ser muy valiente o estar muy desesperadas para salir a la calle y a las redes sociales como lo están haciendo las mujeres iraníes, arriesgándolo todo, a llorar la muerte de Mahsa Amini y reclamar libertad para ellas y para sus cuerpos. La represión, por lo que llega hasta aquí, está siendo terrible y a estas alturas ya se había cobrado decenas de víctimas mortales. Los manifestantes han denunciado cortes en internet, se supone que para evitar la difusión de las llamadas a la revuelta.

Lo decía esta semana Penélope Cruz tras recoger el Premio Nacional de Cinematografía cuando a la salida le preguntaban por la representación de las mujeres en el cine y en el mundo. Quedan muchas cosas por cambiar y estamos lejos de poder decirnos: «¡Qué tranquilidad!». Mahsa Amini había muerto la víspera a que la actriz española pronunciara esas palabras, en una demostración trágica de que, como Cruz decía, no ha llegado ni mucho menos la hora de acomodarnos y que, aunque es fácil olvidarse de ello en este mundo aparentemente tranquilo y seguro, hay muchas mujeres mucho menos afortunadas.

En algunos lugares, en demasiados, las mujeres viven en la cárcel de sus propias ropas. En Occidente, las prisiones cotidianas en las que viven las mujeres son mucho más sutiles. La sala de los espejos (Reservoir Books), el nuevo libro de Liv Stromquist, las pone en evidencia. La autora sueca vuelve a remover los fundamentos del eterno femenino y sus alrededores. Lo hizo con No siento nada, en la misma editorial, en el que cuestionaba todas las construcciones que sostienen el amor romántico, y lo hace ahora de nuevo con un ensayo gráfico a pie de calle, que empieza con una reflexión en la que echa mano de Kylie Jenner, Norman Rockwell, Camille Paglia y René Girard.

Hay infinitas maneras de mantener controlada a la gente, a mujeres y a hombres, nadie se escapa, y, en último término, de sacar provecho de ello, que de eso se trata. Algunas son brutales, como la que le ha costado la vida a Mahsa Amini y mantiene atenazadas a sus compatriotas; otras son más sofisticadas, nos convierten en nuestros propios guardianes y se transmiten de generación en generación, automática e inconscientemente, se cobran su precio en la salud mental de sus víctimas.

Es difícil escapar, a veces solo cabe tomar conciencia y rebelarse a título individual, a veces se puede hacer algo más, a veces hay que jugársela. Cada uno en su medida. En Irán, el velo de Mahsa Amini ha hecho estallar una revuelta que se extiende por todo el país al grito con el que entraban en batalla las guerrilleras kurdas que combatieron al ISIS en el norte de Siria: «Mujer, vida y libertad», un lema realmente hermoso que también a este lado del mundo deberíamos corear.

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