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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Salvar a Griñán a costa de Sánchez

Cuántos centenares de presos se amontonan ahora mismo en las cárceles españolas, con argumentos más tenues que la condena de mil doscientos folios emitida por el Supremo contra José Antonio Griñán. O más concretamente, cuántos han sido encarcelados por los mismos jueces, que no irán errados según pretende el PSOE con el exministro y acertados en sus innumerables sentencias previas. El expresidente socialista y de Andalucía puede sentirse conmovido por la ola de altos cargos de su partido que invocan su perdón. Ahora bien, la mayoría de ellos solo pretende esgrimirlo contra Pedro Sánchez.

No se trata tanto de salvar a Griñán con independencia del precio a pagar por La Moncloa, como de emplear al condenado de ariete contra el presidente del Gobierno. Al tratarse de una decisión política en atención a los personajes involucrados, pues la calle sigue a sus quehaceres, cabe consignar que el indulto al exministro de González y Zapatero traslada una factura muy relevante para el PSOE, y quizás para el país en su conjunto. Hace décadas que las consideraciones del bien común caducaron para González y sus acólitos, que aquí coronarían el doble objetivo del favor al amigo condenado a seis años por corrupción, y el debilitamiento al borde del naufragio del enemigo, que es Sánchez.

Está claro que las cárceles no se diseñaron para personajes de la alcurnia de Urdangarin, Rodrigo Rato o Griñán. Se trata por tanto de idear unos criterios, también económicos, que elevarían a los altos cargos a la altura inexpugnable de Juan Carlos I. Se puede suprimir también el concepto de corrupción, por lo menos para políticos de una adscripción política determinada que serían incorruptibles por definición. Y se hipertrofiará la disidencia cosmética del voto particular a la dimensión de una sentencia bíblica. Son jugadas muy arriesgadas para la democracia, pero a nadie le preocupan cuando se trata de que los perniciosos dinosaurios del PSOE liquiden a su odiado secretario general. Sánchez decidirá, pero no está obligado.

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