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Lucía Velasco

Qué fue de la vida reposada

Se lleva usar apps para silenciar ese sonido que escuchamos en la cabeza mientras leemos. El nombre técnico es lectura mental o subvocalización y por lo visto es malo porque te impide leer rápido. Tengo una amiga a la que le encanta hacer justo lo contrario, y lee, cada día, el periódico entero en voz alta. Es sin saberlo, un piquete de la lentitud en un mundo frenético, porque ciertamente las voces interiores no suenan a cuentos o a textos sino a algo más parecido a: ¿Cuánto tiempo de cortesía se debe dejar antes de preguntar si se ha recibido el email? ¿Cómo puede tardar tanto tiempo -un par de horas- en contestar? ¿Se puede mandar un correo y a la vez un WhatsApp para decir que se ha mandado el correo? El imperativo digital se impone, nos arrastra, y cambia nuestras costumbres. ¡Rápido, todo más rápido!

A lo lejos se oyen tambores digitales. La exigencia de atención y de celeridad es cada vez mayor; también la competencia. ¡No te distraigas! Un trabajador medio de cualquier empresa cotizada norteamericana cambia, a lo largo de un día, más de 3.600 veces de pestaña en el ordenador. Mantener el foco es una tarea titánica. Y como bien saben las tecnológicas, todo lo que es un problema en el ecosistema, es una oportunidad de negocio. Por eso aparecen cada día nuevas aplicaciones que prometen hacernos más productivos, eficaces y rápidos; para que seamos capaces de seguir corriendo esa carrera sin fin hacia ninguna parte. Causa y solución a la vez. Explótate tú también

En este contexto, con un teléfono en el bolsillo que tiene más de 40 aplicaciones, y donde la concentración es una quimera ¿cómo hacer que los trabajadores sean más productivos?

Algunas compañías tienen ya incorporadas prácticas de seguimiento sobre cómo pasan el día sus empleados (y no hablo solamente de los que trabajan en almacenes). Se monitorizan las tareas habituales como llamadas o correos. Quizá no fuiste consciente que con el contrato perdiste toda tu intimidad.

Hay empresas que hacen fotos cada cierto tiempo usando la cámara del ordenador para ver dónde andas. El resultado: trabajadores desmoralizados y humillados. La contravigilancia también se está desarrollando y ya se venden soluciones para combatir ese control haciendo que el ratón se mueva cada cierto tiempo o programando un documento para que se vaya autocompletando.

En esa búsqueda de productividad esta semana he probado una extensión en el navegador que asegura que con ella leerás 2 o 3 veces más rápido. Funciona con artículos de noticias, entradas de blog y correos electrónicos. Su versión Pro te promete acelerar la comprensión de los libros en Kindle.

También he descubierto que el New York Times ha creado un cronómetro a la vista con el tiempo que llevas leído y te va mandando mensajes para ver si estás atenta. Me han generado ansiedad. ¿Hacia dónde nos estamos llevando? Quiero disfrutar del papel, de las frases, de los párrafos, y de mi lectura mental. No quiero ver los vídeos a x2, ni tener un cronómetro en la pantalla, no quiero vivir acelerada cambiando de aplicación cada 5 segundos. Nos merecemos una vida reposada, puede que sea la única forma de disfrutarla.

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