J.S. es neurocirujano. Trabaja en Hospital de Son Espases desde hace 15 años. Nació en un pueblecito de Badajoz y su camino ha sido largo y trabajoso. Expediente impecable, selectividad de 10, seis largos años de Facultad y dos preparando el MIR en Oviedo. Tras cinco años de Mir en Sevilla, obtuvo el ansiado título de especialista. Tres años más haciendo guardias, para el puesto como interino en Palma. Hace cinco años logró su plaza fija en el Servicio de Neurocirugía, tras una oposición muy reñida.

Su jornada ordinaria es de 8 a15 h. Y entonces empieza su guardia localizada. De 15 a 8 h. debe estar en alerta, por si es requerida su presencia en el hospital. Ese día, Juan estaba de guardia localizada. A las 2 de la madrugada recibió una llamada desde el Hospital. Accidente de tráfico múltiple. Uno de los ocupantes con traumatismo craneal grave. Debía ser intervenido de urgencia. Un hematoma intracraneal (acumulación de sangre dentro del cráneo) ponía en grave peligro su vida. En menos de media hora Juan ya estaba presente en el hospital y, veinte minutos más tarde, estaba en el quirófano. Durante cinco largas horas, un joven de 25 años se debatió entre la vida y la muerte; lograron estabilizarlo y solucionar el grave problema. Ahora está ingresado en la UCI.

Por el trabajo realizado Juan apenas percibirá, como compensación, 50 euros en la próxima nómina. Juan está agotado, pero aún no ha finalizado su jornada laboral. Se ducha, se toma un café rápido y se incorpora a la sesión clínica de las 8:30. A su agenda suma 15 pacientes más, que deberá atender en consultas hasta las 14:30 h. Juan sale a las 15 h. extenuado, pero ya sabía que no podría descansar, ya que las guardias localizadas no generan libranza. Increíble pero cierto. Alguno pensará: «¡pues que deje de hacer guardias!». Pero no puede. Las guardias son obligatorias hasta los 55 años.

M.P. nació en Manacor. Desde la ESO sabía que quería estudiar Medicina. Trabajó duro para entrar en la Universidad Autónoma de Madrid, donde pasó seis años. Otros dos años preparando el MIR para obtener plaza de Medicina de Familia en Balears. Cuatro años de especialidad. A los 30 años ya podía ejercer como médico en España. Durante esos cuatro años como MIR, su sueldo mensual fue de entre 1.200 y 1.500 euros.

Acabó la especialidad y dudó entre un Centro de Salud o Urgencias, eligiendo el Servicio de Urgencias del Hospital de Manacor, donde trabaja desde hace 10 años. Su actividad es muy exigente y dificulta la conciliación de la vida familiar y profesional. Está casada y tiene dos hijos menores. Hace seis guardias mensuales, las mañanas y alguna tarde en el Servicio. Después de cada guardia de 24 horas de trabajo, en que la mayoría de las veces apenas ha descansado dos horas, tiene el día siguiente libre. A ella le pagan más que a Juan, el doble por la hora de guardia, ya que sus guardias son de presencia física. Aun así, cobrará, tras la retención del IRPF, unos 18 euros/hora de día o de noche y 20 euros si es un sábado, un domingo o un festivo. Si precisa canguro para sus hijos, cuando su marido trabaja, no le sale a cuenta. Tampoco estaría exenta de hacer guardias, que recordemos, son obligatorias. Pero, aunque estuviera exenta, no podría. Lamentablemente, los sueldos de los médicos en España están a la cola de Europa, que los duplica e incluso triplica, sin contar las guardias ni los descansos tras las guardias o jornadas.

Las guardias, que fueron diseñadas como «expectativa de trabajo», actualmente son el 50% del sueldo de un médico y es «trabajo a destajo», sin descanso. Además, ese tiempo de trabajo extra, en ningún caso, se paga como hora extraordinaria ni computa para la jubilación, agraviándonos con otras profesiones. Tampoco se aplica un régimen fiscal diferenciado a las guardias, por lo que, en la declaración de Hacienda, al ser progresiva la retención según los distintos tramos, penaliza de forma importante y se aplica una segunda retención. ¿Debemos continuar con este régimen de guardias o cambiar de modelo?

En la mayoría de los países europeos, no se permiten períodos de guardia superiores a 12 horas. Además, la normativa europea contempla que no se puede obligar a ningún trabajador a desarrollar una actividad laboral de más de 48 horas semanales. Para cumplir la normativa, España debería duplicar las plantillas actuales o dejar de prestar asistencia.

Si se aplicaran las medidas anteriores, se produciría una importantísima merma en las condiciones económicas de los médicos de España, se agravaría el éxodo actual de médicos y la asistencia quedaría desierta.

Cada año se autoexilian 5.000 médicos formados en España. En los próximos 10 años se jubilarán más de 80.000 médicos sin relevo suficiente. Ha llegado el momento de realizar una reflexión profunda. Necesitamos una nueva regulación de las guardias médicas, sus descansos obligatorios y retribuciones acordes a nuestra actividad laboral, compleja y responsable. Es triste, pero hay que admitirlo, somos el vértice de la pirámide sanitaria y la administración nos maltrata institucionalmente. Nuestra sumisión y consentimiento es su poder. ¿Hasta cuándo aguantaremos?

Ya saben en derrota, transitoria pero nunca en doma.