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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Crónicas estivales (7) Sociedad en conflicto, incertezas e inseguridades

En 2022 como mínimo nos afectan cuatro grandes transformaciones desarrolladas en las últimas décadas. La revolución tecnológica, la demográfica, la globalización y la revolución conservadora

Vivimos hoy en una sociedad amenazada por múltiples crisis y catástrofes tales como la crisis climática, inundaciones, incendios y sequías. Sin pasar por alto actores exteriores (cfr. Guerra en Ucrania) que intentan poner en jaque nuestros modos de vivir y convivir. Todo ello aumenta una sensación de descontrol sobre el mundo, que parece discurrir al margen de nuestra voluntad política; léase incapacidad para llevar a cabo las necesarias e imprescindibles transformaciones políticas y socioeconómicas, entre otras.

Hoy, año 2022, como mínimo nos afectan cuatro grandes transformaciones desarrolladas en las últimas décadas. La revolución tecnológica, que ha hecho circular al mundo de lo analógico a lo digital; la revolución demográfica, que convirtió a Europa en un espacio compartido de gente envejecida después de haber sido un continente joven; la globalización, que ha llegado a ser el marco de referencia de nuestra época desplazando al Estado-Nación; y la revolución conservadora, hegemónica desde la década de los años ochenta del siglo pasado y que ha predicado las virtudes del individualismo y de que cada palo aguante su vela, olvidando los principios mínimos de solidaridad social.

Todo ello encajado a corto y medio plazo en un estado de ánimo de incertezas e inseguridades. Para unos un decrecimiento; para otros una recesión, un crack. ¿Cómo afrontar la inflación de los precios? ¿Cómo hacer frente al poder adquisitivo de los salarios y las pensiones? ¿Cómo hacer frente a la evidente saturación? ¿Puede darse una crisis de demanda en nuestros principales mercados (vgr Alemania) por sufrir también ellos una crisis socioeconómica? Y todo ello inmerso en plenas campañas electorales: las autonómicas, las municipales y las generales.

Las consecuencias del tsunami del 2008, de índole financiera, siguen vivas y coleando a pesar de la buena temporada turística

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Las consecuencias del tsunami del 2008, de índole financiera, siguen vivas y coleando a pesar de la buena temporada turística. Su solución (?) fue cubrir con dineros públicos la recuperación de entidades bancarias y cajas. En el caso español significaron 45.000 millones de euros, sin retorno. Las consecuencias fueron, entre otras, la pérdida de derechos, la desigualdad económica y social, el desmantelamiento de las clases medias; así como la consolidación con fuerza de las dudas entre la ciudadanía en la convivencia pacífica entre un sistema de gobierno democrático y un capitalismo fuertemente «financiarizado». Así surge la desafección respecto a la democracia (el sistema político) y el capitalismo (el sistema económico). Aunque con distintas intensidades y percepciones, hoy tal crisis política/económica/social, sigue viva y coleando.

En momentos ‘licuosos’, confusos y cambiantes como los actuales, impera el miedo al naufragio y nos amarramos a cualquier amarre (valga la redundancia) que nos ofrezca seguridades. Frente a la duda nos aferramos a cualquier posverdad, sea cual sea su naturaleza. El Diccionario Oxford eligió en 2016 precisamente a la «posverdad» como palabra del año, refiriéndose a las «circunstancias y medios en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales». Se podría decir que es simplemente una mentira disfrazada, pero es algo más peligroso: es una mentira emotiva. Y toma carta de ciudadanía, no sólo pero también, a través de las redes sociales y comunicacionales (Facebook, WhatsApp, Instagram, blocs, Twitter…). El fake, la falsedad, es la verdad a medias, el globo sonda, la intoxicación, el chisme, la patraña, la calumnia, la descalificación, y otros ítems.

Hoy, año 2022, ¿es posible crear un clímax que posibilite y facilite la reconciliación entre la economía de mercado, el progreso social y la democracia plural? Dos viejas señales inquietantes: Por una parte los niveles de desconfianza de los ciudadanos hacia la «clase política» (no sólo lo gobernantes); y por otro parte la gran crecida de la desigualdad. Ya se intuyen los fanáticos agitando sus banderas y construyendo muros reales y figurados.

Concluyo con una serie de títulos extraídos de distintos medios de comunicación dirigidos a gobierno y oposición: «Dejen de ladrarse», «Hagan algo». A buen entendedor, pocas palabras…

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