Este verano de 2022 será recordado porque la Naturaleza nos ha hecho dolorosamente conscientes de las consecuencias del cambio climático producido por los humanos, pero también por unos actos que se vienen repitiendo en varios países incluido el nuestro. Los medios de comunicación llevan varios meses haciéndose eco de denuncias de mujeres que estando en espacios públicos manifiestan sentir un pinchazo y acto seguido encontrarse mal, marearse, perder la consciencia, etc.

Los titulares van desde «Cataluña suma 23 denuncias, seguida del País Vasco, con una docena, y Andalucía, con 10. La policía desconoce las intenciones de los autores, sin que se hayan producido robos o agresiones sexuales». Y ya en nuestras islas «Primeros casos de pinchazos a mujeres en discotecas de Mallorca. Ninguna de las víctimas ha querido denunciar los hechos, pero la Guardia Civil los está investigando. En Ibiza también se han detectado tres casos en los últimos días».

Como si se tratase de una maldición bíblica, a todas las mujeres, una vez que llegamos a la pubertad y especialmente, cuando tenemos la regla, nos acompaña una frase/advertencia: «Ten cuidado, no te vistas así, no salgas sola, no rías alto, no hables con desconocidos…» No-no-no-no-no. Nos inculcan un miedo difuso, pero siempre con rostros masculinos. Nos pasamos media vida aterrorizadas por las consecuencias que tendría un ataque machista a nuestra salud y nuestra integridad física. Un atentado continuo a nuestros derechos sexuales, reproductivos y nuestra libertad de movimientos. El mensaje es que, por ser mujer, los hombres, unos seres que no pueden reprimir su deseo, nos pueden atacar y desgraciar de por vida.

Obviamente los hombres no son animales salvajes incapaces de controlarse o de sentir empatía, eso tan humano; su comportamiento responde al machismo inculcado, que es algo así como el brazo armado del patriarcado, un sistema de poder que se basa en la sumisión y subordinación de las mujeres. Y esto se consigue a través de la violencia, como todos los sistemas de poder.

A las violaciones de toda la vida, se ha ido sumando la modalidad de violación en grupo, actualmente se emplean drogas específicas para doblegar la resistencia y consciencia femenina por la llamada sumisión química. Y ahora, esto. No se sabe si hay violaciones no denunciadas tras los pinchazos (los jueces y gobernantes deberían subrayar con lápiz rojo la pregunta de por qué hay tantas mujeres que no denuncian); no se sabe si la sustancia inyectada se metaboliza muy rápido sin dejar huella, lo que está claro es que no nos enfrentamos a una moda tipo Tik tok, ni a bromas de mal gusto, si no a actos conscientes con el objetivo de atemorizar a las mujeres, a que no nos sintamos libres y despreocupadas. Eso es delito contra la integridad física y la libertad de movimientos y debería ponerse el foco en los delincuentes.

Dada la lógica alarma provocada por estos hechos, nosotras recordamos que:

-Los dueños de establecimientos deben estar muy atentos a lo que sucede en sus negocios y proteger a sus clientas; es su responsabilidad.

-Los cuerpos de seguridad deben perseguir con rigor a los delincuentes, y estos lo son.

-Los jueces deben juzgarlos como lo que son, agresiones de género, delito de odio hacia las mujeres, y aplicar el Código Penal como tal.

-Los medios de comunicación deben dejar de tratar las noticias prácticamente como si estuviésemos delante de una nueva moda tipo Tik Tok, dejar de centrar la noticia en las mujeres que van de discotecas y fiestas en general, sino en los hombres que utilizan jeringuillas para mantener a las mujeres en el terror.

*Nina Parrón Mate es integrante de Adibs-Dona Sana