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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Información científica

«En cuanto al pene, no te hagas muchas ilusiones, no es más que un cuerpo cavernoso». La frase procedía de la boca de un señor que, en la mesa de al lado a aquella en la que yo me tomaba el gin tonic de la caída de la tarde, hablaba con su hijo, de unos doce años. También estaba presente la madre, que añadió:

-Tu padre quiere decir que el pene no es gran cosa, aunque se crezca en ocasiones.

No me podía creer lo que estaba oyendo, pero no había tenido hasta entonces alucinaciones auditivas. O sí, no sé, a lo mejor las he padecido sin ser consciente de ellas.

El joven miró a uno y a otro y luego bajó la vista hacia su refresco.

-Ya -apostilló urgido a decir algo. Luego tomó una patata frita del plato colocado en el centro de la mesa, se la metió en la boca y la masticó con una lentitud casi mística.

Llamar cuerpo cavernoso al pene, pensé, era correcto desde la literalidad, pero el término ‘caverna’ y sus derivados aluden a cuestiones arcaicas, poco elaboradas y tenebrosas. No me parecía el mejor modo de introducir a un adolescente en la sexualidad.

-Ya, qué -dijo el padre molesto por la falta de interés del chico.

-Pues eso, que ya sé lo que es una caverna. El año pasado, en una excursión del colegio, fuimos a ver una.

-¿Y qué te pareció? -dijo la madre.

-Era oscura y húmeda -respondió el chico.

-Pues así es el sexo, hijo, oscuro y húmedo, tenlo en cuenta cuando salgas con tus amigos y amigas por ahí. Ten en cuenta también que la sangre que provoca la erección al penetrar en las cavernas viene de otro sitio, seguramente de la cabeza, que se queda sin riego. O sea, que erección y pensamiento racional son prácticamente incompatibles.

Pagué y me fui antes de acabar el gin tonic porque se dieron cuenta de que los estaba escuchando e hicieron gestos de desagrado. Cuando llegué a casa, escribí en Google «cuerpos cavernosos» y el más cavernoso de todos, era efectivamente el pene, sobre cuya cavernosidad había abundante información científica, pero muy poca, o ninguna, de carácter literario.

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