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Pedro Coll

Cowboy de mitjanit

El día 7 de junio de 2021, en ‘es mirador des port’ de Ciutadella, donde nos habíamos citado, conocí personalmente a Joan Francesc López Casasnovas. Desde entonces ha transcurrido poco más de un año, pero tengo la sensación de haberlo conocido toda la vida. Este corto espacio de tiempo, suficiente para que diéramos forma a un hermoso proyecto, se ha visto interrumpido de manera abrupta y dolorosa, de manera cruel. Lo irreversible nos deja siempre desarbolados.

Ya había sabido de él, sin saber quién era, en 1982, cuando en la Librería Católica de Maó, lo recuerdo con precisión fotográfica, compré un librito de poemas que llevaba el ingenioso titulo de Galops i Glops. Iba firmado por un tal Pere Xerxa. En aquellos años, entre 1976 y 1982, me había sumergido, cámara en mano, en el fragor de los días santjoaners, término que tanto gusta utilizar a Joan. La complejidad e intensidad del acontecimiento eran un test de capacidad para quien, como yo, pensara en dedicar su vida a contar historias utilizando una cámara. Y lo convertí en mi primer proyecto serio. Tanto me sumergí, que el riesgo de aquella locura me alcanzó de lleno, milagrosamente sin consecuencias. «El riesgo forma parte de la fiesta», escribió crípticamente Josep Portella en un artículo reciente. En aquellos días, Portella también andaba metido en las mismas turbulencias. De habernos conocido allí, los tres, nos hubiéramos tomado unos ‘gins’ a la salud de la fiesta, de la vida, incapaces aún de procesar la realidad de los reveses que nos aguardarían en el largo, o no tan largo, transcurso de nuestros respectivos tiempos.

Galops i Glops me sirvió para enfocar la cara poética y seria de un acontecimiento popular, vistoso y multitudinario, con sus excesos, que la pluma de su joven autor había transformado en poesía moderna y atrevida. Leí y releí aquellos poemas, subrayé, asocié fragmentos de ellos a imágenes concretas... pero ahí se quedó, más de cuarenta años guardado en un cajón. También yo me estuve preguntando el porqué de tal frenada, pero ahora entiendo que tuvo sentido, aquel cóctel de vivencias estaba esperando el momento adecuado. En el inicio de 2020, bajo estricto aislamiento Covid, los horrores de la pandemia me llevaron a inventariar el rosario de experiencias vividas y a evaluar los riesgos de los que había salido indemne. Y fue cuando decidí volver a aquella historia vivida, y pausada, de finales de los 70. En un gran sobre, junto a los cientos de negativos archivados, inéditos, estaba el libro de poemas de Pere Xerxa. Imágenes y poemas llevaban juntos casi una vida esperándonos, había que cerrar el círculo.

No me costó averiguar quién era Pere Xerxa. En aquella primera sentada, en un bar de la plaza des Born, trazamos las líneas definitivas de cómo iba a ser la historia que teníamos entre manos. Un ciudadelano y un mahonés, coaligados y de buen rollo.

Y claro que nos interesaba lo festivo, la historia, las tradiciones, los protocolos, la emoción de la calle… Pero la narración de estos acontecimientos trepidantes, concentrados en apenas dos días, una vez cada año desde hace cientos de años, no dejaba de ser una excusa para evidenciar una fragmentación social arcaica, para cuestionar principios considerados incuestionables («ells han inventat la tradició») y, por encima de todo, para hacer alusión gozosa a la increíble experiencia que es, que ha sido, vivir. Ambos lo tuvimos claro desde el primer día, aquello no iba a ser un álbum de fotos, iba a ser un relato dedicado a nosotros mismos y a la gente que estuviera dispuesta a disfrutarlo. Un relato para la memoria colectiva.

Para pulsar la profundidad de Joan Francesc, su sensibilidad, su activismo vital basado en un sólido compromiso ideológico, nos va a bastar la lectura del poema que él utiliza, en el libro Renou i Silenci, para ilustrar las irrepetibles imágenes, puro Visconti, de aquella beguda en Cas Caixer Senyor, Palau de Can Saura, en la madrugada del 23 al 24 de junio de 1976. No son versos de joven contestatario, tienen su base en una madurez consciente, los publica por primera vez en el libro Caragols dels Jorns, el año 2014.

Cowboy de mitjanit

*El que fou nostre, calcinat pels dies…

Desa la guindola, ardit cavaller;

treu-te el corbatí i el vestit d’ajust,

lleva’t els fermalls i dóna’t el gust

de desobeir el Senyor Caixer.

No ets tu allò penjat al vell rasteller;

tu ets valent i brau, coratjós i adust.

Al cavall no cal que fiblis amb fust

per normes botar d’argot mentider.

Ells han inventat la tradició,

t’han configurat a la seua imatge

de pagès submís fit al seu far west.

Si et deslliures d’ells, n’ets superior.

Gosa cavalcar terra ampla i salvatge:

fantasmes de por al galop envest!

Joan Francesc, amic, recorda que tenim pendent una cervesa al cafè de sa plaça Nova, davall de ses Voltes, allà ens veurem.

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