¿Pueden las Artes Visuales ayudar a encontrar soluciones reales a los problemas que aquejan a las ciudades? La respuesta es sí. Mucha tinta ha corrido respecto al arte y su relación con la comunidad y el espacio público. No solo teóricos, sino también autoridades públicas sin vinculación a las artes y urbanistas han descubierto el poder de la creatividad y las artes para transformar la cara de barrios degradados arquitectónica y socialmente. El arte urbano ha logrado gentrificar barrios o hasta ciudades completas, transformándose en polos de interés turístico más allá de su oferta hotelera, gastronómica o de ocio.

Hace pocos días conocíamos por la prensa que el ayuntamiento de Palma ha eliminado más de 3.000 pintadas vandálicas en los primeros seis meses del año. Emaya ha prácticamente duplicado el trabajo realizado con la supresión de 2.400 grafitis. El año pasado la empresa municipal ha debido desembolsar la friolera suma de 316.000 euros para eliminar las pinturas vandálicas en la ciudad. En tiempos críticos para los artistas y la precariedad histórica que sufren, aumentada hasta lo absurdo durante y después la pandemia, imagine cuántos artistas podrían haber vivido dignamente con ese dinero, destinado no sólo a borrar grafitis, sino a transformar la cara de la ciudad a través del arte. Se trata de utilizar el dinero público (el dinero de todos) de forma estratégica, donde no sólo solucione un problema. También se trata de que aporte una doble solución.

El arte debe tener siempre un carácter público. Un artista no logra nada encerrado en su estudio, guardando sus obras en una caja dentro de un armario. Para que se cumpla el círculo de arte en plenitud, la obra debe tener un diálogo con el espectador. Siempre. El artista debe compartir su arte con los ciudadanos. En estos tiempos, que culturalmente parecen muy líquidos, localmente abocados (aparentemente) a discursos concretos demasiado específicos más preocupados de los géneros y la reivindicación de según qué temas, el arte urbano redobla su valor, más allá de un tema meramente estético o decorativo.

El arte público soluciona problemas. Se trata de las Artes Visuales al servicio de la ciudad de manera concreta y pragmática. Mejora la experiencia urbana donde nos encontramos como ciudadanos, en nuestras dinámicas sociales. Reactiva barrios, sus economías locales y entrega prestigio y herramientas para la promoción de las ciudades como destino. Basta ver las experiencias de urbes como Berlín, Sao Paulo, Melbourne, Ciudad del Cabo, Lisboa, Los Ángeles o Bogotá. ¿Por qué Palma u otras ciudades de las islas no? El llamado es a las autoridades públicas y privadas, a entender a los Artistas Visuales del territorio como socios, disponibles para beneficiar a la ciudad y a sus habitantes. Están disponibles.