Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

La imposible memoria compartida de las dos Españas

Las derechas acotan en ETA su selectiva desmemoria, nada quieren saber de las décadas que formatearon el siglo XX hispano, las que todavía gravitan sobre nosotros

José María Rodríguez Guillem Bosch

La memoria se resiste a ser una para los españoles. No parece que vaya a suceder en futuro previsible. El 25 aniversario del repugnante, sádico (todos los de la ETA lo fueron), asesinato de Miguel Ángel Blanco ha posibilitado que se constate lo que ya se sabía: las derechas están incapacitadas para aceptar relato compartido con sus oponentes ideológicos sobre lo sucedido en España desde 1936 en adelante. Nos referimos, cómo no, al golpe de Estado contra la legalidad constitucional republicana que desencadenó la más letal de nuestras recurrentes guerras civiles. Tampoco asumen, ni siquiera a beneficio de inventario, que la dictadura surgida de aquella contienda fue lo que fue: tragedia superpuesta a la anterior. Las derechas han exhibido esos días que su memoria se circunscribe a la ETA. Nada más hay que recordar. En todo caso que la «modélica» Transición dio definitivo carpetazo a todo lo anterior. En su propósito cuentan con la anuencia de los socialistas protagonistas del cambio que se fundamentó en lo dicho por el habilísimo político falangista Torcuato Fernández Miranda, muñidor de la reforma que arrumbó la carcasa franquista: «de la ley a la ley».

A todo ello las izquierdas contraponen mirada larga; hunden sus raíces en el 18 de julio de 1936. En el triunfo de los sublevados, que auparon al general Franco a la dirección del movimiento sedicioso, gracias a la masiva ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista. A la inacción de las democracias occidentales. Las izquierdas quieren que la memoria execre todo aquello, acompañado de no menos tajo con la ilegalidad franquista. Cuentan, desatando fenomenal galerna, con el respaldo de Bildu, testaferro de la ETA. Anatema. También para un sector del PSOE, el que ha hecho de la Transición su carta fundacional. Bildu hace política. Cierto que contar con su colaboración repele. Asquea. En Vaconia obtiene más votos que PSOE y PP juntos. Dejémoslo en más votos que el PSOE. Lo del PP es allí cosecha esmirriada.

Entonces, ¿qué hacer con la memoria? ¿Cómo conseguir que en las Españas la visión sobre la ominosa sombra que proyecta 1936 sea la misma para unos y otros? Francamente, es imposible. En Estados Unidos, más de siglo y medio después de concluida su guerra civil, conocida como Guerra de Secesión (1861-1865), en el sur los confederados siguen siendo héroes. Tampoco en los USA hay memoria compartida. Trump ha propiciado casi un retorno a los orígenes de su tragedia. En España la Guerra Civil, su funesto desenlace, gravita sobre nosotros. Las derechas nunca aceptarán el relato que han hecho suyo las izquierdas por fundamental motivo: son herederas de quienes ganaron la guerra, sus directos ancestros hallaron generoso acomodo en la dictadura, que nunca, salvo excepciones (los Dionisio Ridruejo, Joaquín Ruiz-Giménez, José María Gil Robles...), cuestionaron seriamente. No solo eso sino que una parte sustancial de la derecha de hoy (Vox) reivindica la dictadura, la hace suya. Abascal no se ha andado con rodeos en el Congreso de los Diputados. Núñez Feijóo hace lo que Aznar: ignorarla. No existió. El mundo político de la derecha conservadora nace en la Transición. Antes no hubo antes. Todo se inicia cuando el general golpista y asesino feneció en su cama. Hasta para sacar su cuerpo de la tenebrosa mastaba en la que se hallaba se requirió Dios y ayuda.

No hay ni habrá memoria compartida. Es hoy nuestra incruenta tragedia. La otra la presintió Mariano José de Larra el Día de Difuntos de 1836, un siglo antes de que se desencadenara «El holocausto español», documentado, desolador ensayo de Paul Preston. «Aquí yace media España; murió de la otra media», escribió Larra al leerlo en el Congreso de los Diputados.

Acotación obligada.- José María Rodríguez ingresará en la cárcel. El dirigente del PP encarnó una época en la que el partido conservador se enfangó. Hoy nadie lo compadece. Hubo un tiempo en el que era temido. Marga Prohens llegará a decir que nunca lo conoció.

Compartir el artículo

stats