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Joaquín Rábago

China y la teoría de los tres anillos

Pese a pasados intentos franceses de lograr cierta autonomía, los socios europeos de la OTAN no han logrado emanciparse de EE UU, que los involucra ahora en su pugna económica y militar con China.

China y, en menor medida, Rusia se han convertido en los únicos obstáculos con los que se topa la superpotencia para mantener su control de la periferia global, sostiene Cheng Yawen, del Instituto de Relaciones Internacionales de Shanghái.

Este analista chino ve en la actual guerra de Ucrania un acontecimiento histórico que pone fin al entorno totalmente favorable a los intereses de EE UU del que ha disfrutado este país durante las cuatro últimas décadas.

Para Cheng, Pekín necesita ajustar a partir de ahora sus prioridades en política exterior y crear un nuevo entorno internacional conducente a reforzar su propia seguridad, y para ello habla aquél de un sistema de «tres anillos».

El primero es el que forman sus vecinos de Asia Oriental, Asia Central y Oriente Medio, que permite a China establecer con ellos una buena división del trabajo industrial y que además le proporcionan fuentes estables de energía.

El segundo anillo es de los países en desarrollo de tanto de la misma Asia como de África y América Latina, cada vez más interesados en reforzar su autonomía económica y política respecto de Occidente, para lo cual deben estrechar su cooperación entre ellos en esos y otros ámbitos.

El tercer anillo que menciona el analista chino lo forman los países europeos junto a Estados Unidos, que trata de obligar al resto del mundo a tomar partido a favor o en contra suya.

Mientras tanto, los intentos norteamericanos de castigar económica y financieramente a la Rusia de Vladímir Putin por su invasión ilegal de Ucrania no están dando los resultados inmediatos que esperaba el Gobierno de Washington.

El rublo está en su nivel máximo de los tres últimos años y medio frente al dólar e incluso de los últimos siete años frente al euro, y hay una mayoría de países del llamado Sur global reacios a seguir a EE UU en su política de sanciones universales.

La guerra de Ucrania, que ha servido de momento para cohesionar a los países de la OTAN, está teniendo ya consecuencias económicas negativas para Europa y para el conjunto del mundo en desarrollo.

De prolongarse ese conflicto militar, como parece que va a ocurrir pues no hay voluntad por parte de nadie de detener la destrucción y la horrible carnicería, aumentará el descontento de los ciudadanos, también los europeos, que son los más inmediatamente afectados.

Son cada vez más los países emergentes o en desarrollo que se niegan a ver en la Rusia autocrática e imperialista de Putin el «mal absoluto» en contraposición con unos Estados Unidos angelicalmente democráticos.

Rusia mientras tanto acaba de celebrar en Bishkek, capital de Kirguistán, el Primer Foro Económico Euroasiático, donde se sentaron las bases de una organización del espacio económico y financiero alternativo al de Occidente, claramente dominado por el mundo anglosajón.

Mal que le cueste aceptarlo a la superpotencia, peligra su hegemonía global, sostenida desde el final de la Segunda Guerra Mundial por un poderío militar sin precedentes.

A esa hegemonía ha contribuido sin duda el estatus privilegiado del dólar como moneda mundial de reserva, que ha permitido a EE UU financiar sin problemas sus enormes déficits comerciales, pero ese privilegio está cada vez más en entredicho.

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