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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Lo que hace falta es que sea para bien

Mi identidad, como la del gobierno, es el resultado de una coalición de fuerzas. Quizá la mayoría de las identidades humanas están construidas de ese modo. Me viene entonces a la memoria un verso de Vicente Aleixandre que dice así: «Amé a quienes no quise y desamé a quien tuve». Lo cito con frecuencia para ilustrar la paradoja de que nos enamoremos de quien no nos conviene o de que nos guste lo que nos hace daño (la comida picante, por ejemplo, que produce ardor de estómago). La vida es una negociación continua, pero sobre todo una negociación entre aquellas partes de uno mismo que tienen percepciones diferentes de la realidad. El poeta sabe que lo mejor para escribir con tranquilidad es un empleo fijo, pero el poeta detesta la rutina.

-Haz oposiciones a juez -le dice su padre, y por las tardes escribes versos.

No sé si hay muchos jueces poetas, creo que no, aunque quizá eso fuera lo más sensato. Un juez poeta se enfrentaría a su trabajo con una sensibilidad especial. La poesía no está reñida, en fin, con la judicatura, pero quizá a la judicatura no la caiga bien la poesía.

-No hay jueces poetas -responde el estudiante a su padre.

-Pues haz oposiciones a guardia civil. Los guardias civiles tienen un horario. Una vez colgado el uniforme, nadie te impediría escribir la Divina Comedia.

-La Divina Comedia -contesta el rebelde- ya está escrita y no fue obra precisamente de un guardia civil.

El padre y el hijo se enzarzan en una discusión acerca de los oficios más compatibles con la poesía: ¿Dentista, hepatólogo, importador de materias primas, ingeniero industrial?

En todo caso, los poetas que en este mundo han sido no tuvieron otro remedio que el de negociar con una realidad hostil. Sé de muchos que se ganaron la vida en oficinas siniestras y que escribían por las noches. Pero no nos obcequemos con los poetas. También los oficiales de primera administrativos se pasan la vida negociando consigo mismos como el gobierno de Sánchez con los ministros de Podemos o el PP de Feijóo con el disparate continuado de Díaz Ayuso. Lo que hace falta es que sea para bien.

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