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Norberto Alcover

EN AQUEL TIEMPO

Norberto Alcover

La situación de las cosas

Con la guerra de Ucrania enquistada, en espera de una negociación cada día más urgente para todos, resulta que, por obra y gracia de las veleidades expansionistas del dictador Putin y la nostalgia occidental ante una OTAN adormecida, acabamos de retornar a la Guerra Fría, con el armamentismo como cabecera de la situación.

No me esperaba una reacción otánica tan radical e imponente, pero tampoco la esperaba el nuevo zar, que seguramente no ha movido sus fichas con la inteligencia política y militar necesarias. De nuevo, Rusia recobra su lugar en el pulso contra las potencias capitalistas, pero puede que a su vez comience a cavar su propia tumba socioeconómica. Nosotros, de momento, a seguir lo que se nos ha mandado: dos destructores yanquis más en Rota y una llamativa subida en nuestra colaboración económica al colectivo al que pertenecemos. Repugnar tales concesiones solamente significa salirse de la realidad, pero algunos de nuestros políticos y sobre todo políticas no pagan peaje por amar una paz engañosa. Exactamente lo mismo que su alergia a cualquier uniforme militar, uniformes que sustentan su propia seguridad ciudadana e internacional. Hay que ver.

Pero mientras sucedían estas cosas tan serias, las consecuencias sociolaborales en España, y más allá también, adquirían proporciones escandalosas: la inflación supera el 10% y como resultado el poder adquisitivo de las clases medias y bajas ha visto descender su capacidad monetaria en la misma proporción. Nos dice Cáritas que un 17% de los españoles rozamos el umbral de la pobreza, con el peligro añadido de que nuestros centros de venta comercial entren en una espiral semejante, con el fantasma del paro a las puertas. Todos confiamos en los subsidios estatales, pero sería muy peligroso, nos hemos acostumbrado a superar el paro mediante subsidios en lugar de crear nuevas fuentes de riqueza competitiva, léase desarrollo industrial y tecnológico, para lo que necesitamos con urgencia una educación superior que olvide la facilidad en detrimento de la excelencia. Es peligroso crear ciudadanos mediocres cuando la sociedad se configura para los excelentes. Pero nosotros todavía solucionamos los problemas de la desigualdad dejando en cueros a los más vulnerables, mientras jugamos con disposiciones legales. Parece mentira.

Los medios españoles, mientras tanto y con la subterránea intención de apabullarnos para evitar que nos quejemos, acumulan en sus informativos una cadena de desgracias físicas, morales, políticas y jurídicas que nos dejan fijados a nuestras butacas, dando gracias a Dios de no participar, todavía, de esta escuela de sinvergüenzas, corruptos, violadores, narcotraficantes y en fin ciudadanos de mal vivir donde los haya. ¿Es imposible comenzar los informativos poniendo en relieve, por el contrario, el esfuerzo en todos los órdenes de ciudadanos honrados y honestos, que no es lo mismo, que llaman menos la atención pero que son la mayoría, trabajadores hasta el agotamiento, miembros de familias bien organizadas, respetuosos con los/las demás capaces de ahorrar los euros casi con sangre, y en fin, ciudadanos que cada día piensan menos en partidos que en soluciones? Nos regodeamos en lo más vil de la sociedad, pero no ponemos los medios para que esta plaga de malestar encuentre solución. Nos enseñan a quejarnos y llevarnos las manos a la cabeza, pero nos dejan desnudos ante el mal que parece dominante. Mientras no modifiquemos los informativos, es imposible que el conjunto ciudadano transforme su mentalidad. Informativos y otros espacios no menos nauseabundos. Todos lo sabemos.

Dejaba para el final y como muestra de nuestras auténticas relaciones con el amigo marroquí, lo sucedido en Melilla. Existe un vídeo mínimo del momento capital del asalto a las alambradas: se percibe claramente la columna de asaltantes en territorio marroquí, camino de las vallas: pero lo mismo debieron ver las autoridades marroquíes para intervenir cuando todavía era posible, y evitar el caos, pero nadie aparece y, al cabo, se procede al asalto que nuestros funcionarios de seguridad tienen que enfrentar como todos sabemos. ¿Por qué no reproducimos tal vídeo y en su lugar optamos por culpabilizar, sobre todo, a los «represores españoles», que seguramente se pudieron exceder en su contundente reacción? Mucho me temo que Marruecos siga jugando con nosotros, sin que me sirva de consuelo ese paraguas territorial que la OTAN creemos que nos asegura. Nuestra querida OTAN en cualquier conflicto norteafricano siempre defenderá la causa marroquí, y esperamos que Ceuta y Melilla no necesiten el paraguas otánico. Intenten ver el vídeo.

Quedan muchas cosas en el tintero, pero puede que por razones sentimentales les recuerde que el señor Ortega, en Nicaragua, no solo es un dictador porque también es un asesino. Como en la Cuba del Castro más iracundo, permite que los nicaragüenses dejen su país para quitarse de en medio a los adversarios. Se trata de un éxodo victimario. Pero, la verdad, ocupados con todo lo anterior, carecemos de tiempo para Nicaragua. La situación de las cosas, nuestro título, es absolutamente occidental. Qué le vamos a hacer.

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