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Juan Cruz

Golpe franco

Juan Cruz

El fútbol y las heridas del tiempo

Frenkie de Jong y Dembélé festejan uno de los goles del Barça al Celta en el Camp Nou. FC Barcelona

Costó recuperarse de la marcha de Ladislao Kubala, por ejemplo. Crecimos con él en el fútbol y, como tantos otros a los que nos rompió el corazón su marcha, nos dolió no sólo aquel desdén con el que ya se le tachó de las alineaciones, sino que también nos dolieron los destinos a los que acudió el ídolo de nuestra infancia como si no hubiera para él otro amparo que la declinación de los adioses. Luego lo acogió la selección nacional y volvimos a verlo como si estuviera de reestreno en nuestros corazones azulgranas. Lo mismo pasó entonces, con niveles distintos de sentimientos, con las sucesivas despedidas que han sido como heridas del tiempo y que se habrán producido igual en otros de los clubes que no sólo hacen aficionados sino, además, monstruos de fidelidad, como este cronista que se pasó días llorando porque su equipo había padecido una horrible derrota en Berna.

El fútbol no es sólo actualidad, sino recuerdo. Por eso había estampas en los álbumes, y nos aprendíamos de memoria las alineaciones, porque estas duraban como las fidelidades mutuas, de jugadores y directivos. Los futbolistas tenían colores y parecía que los iban a tener para siempre. Nos encariñábamos con ellos, aunque vinieran de otra parte, si se mantenían en aquellas estampas luciendo el color azulgrana de unas camisetas que entonces también eran invariables.

Por tanto, el futbol es también nostalgia, y aunque ahora ese término está desterrado de los corazones azulgrana, por la fatalidad de los tiempos, los que somos de la generación de Kubala, por ejemplo, vemos con desolación que la alegría de tener a Frankie de Jong, por ejemplo, es ahora la evidencia de perderlo, de verlo caminar hacia otros territorios en los que lo veremos deambular como si no hubiera sido parte de la ambición del fútbol que nos dio tanta esperanza en su momento. Ahí ves, por ejemplo, a su paisano Depay vistiéndose también para irse, expuesto a la intemperie de otros campos, cuando vino precisamente para quedarse en este, pues todos los futbolistas, cuando vienen, parecen interpretar un viaje de una sola dirección.

La ida y vuelta de Dembélé

El caso más contradictorio de este ir y venir que es el mes de julio es el que está protagonizando este príncipe de ida y vuelta y de ida y vuelta sucesivamente es el de Dembélé. Está y no está, como en el campo, y ahora que parece que se va a quedar de nuevo parece que se fue, un 'houdini' del balompié. Ha pasado un año entero como si fuera provisional, y siempre que salía al campo, arrastrando ese escepticismo de los suplentes, parecía ganarse otra vez el sitio, hasta el punto que llegó a ser, además, un entusiasta de la camiseta.

Ahora no se sabe cómo se debe conjugar su nombre, si en presente, en pasado o en quizá, y este mareo al que estamos sometidos aquellos que nos hicimos a la idea de que nuestros futbolistas más queridos iban a ser los mejores y los eternos sufrimos, no porque no sepamos que la realidad es esta, sino porque cuesta hacerse aún a la idea de que aquello que queremos tiene que ser, además de compartido, finalmente olvidado. Pues inolvidable es Kubala, como lo fueron Luis Suárez o Johan CruyffCuesta tanto ser ahora inolvidable en el fútbol, y esa es una herida que me parte el corazón.  

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