La crisis entre España y Argelia deja a Baleares en una situación de vulnerabilidad frente a la amenaza de la inmigración irregular. No solo Delegación de Gobierno, sino también la Sra. Francina Armengol, están en una encrucijada como consecuencia de la ‘diplomacia de precisión’ de Pedro Sánchez, que ya sabemos que va a lo suyo, que adopta decisiones unilaterales, y que ha armado la de San Quintín rompiendo su postura neutral respecto al Sáhara Occidental.

Nos preocupa que en Baleares se haga oídos sordos a la situación, en lugar de hacer propuestas serias. Nos preocupa la escasa coordinación con el resto de administraciones, nacionales y europeas, para atajar el problema del aumento incontrolado de inmigración irregular que puede recrudecerse y desembocar en un verdadero problema social.

Así las cosas, hemos quedado a expensas de una Argelia disgustada. Tal es su enfado, que el propio CNI ya advertía a España del enorme descontrol que se podría producir, a imagen y semejanza de aquellos asaltos a la valla de hace unos meses por parte, aquella vez, de Marruecos.

El país africano ya ha advertido que no puede frenar nuevas lanchas, «más potentes y más grandes», que llegarían al archipiélago balear en plena temporada turística y con escasos recursos para gestionar un fenómeno imparable. ¿Qué se está haciendo para evitar que podamos convertirnos en el hazmerreír del tablero internacional mientras en nuestras islas, abarrotadas de turistas, se genera el caos migratorio?

¿De verdad que solo nos queda esperar? Parece ser que es así. Esperar a que cambie el gobierno, tal como ha señalado Argelia, para reanudar conversaciones y que los diplomáticos consigan, mientras tanto, arreglar algo la situación. Porque nadie quiere que se repitan los hechos, que todos recordamos, de la temporada pasada: pateras llegando a Cabrera y a la Colonia de Sant Jordi, entre otros lugares, y la consecuente desorganización que se produjo por falta de medios. Pero todos tranquilos, que ya dijo el señor ‘Grande’Marlaska cuando vino el año pasado, que aquí «todo bien». Y tal como llegó se fue, con su grandeza a otra parte. Ese «todo bien» obviaba que algunos de los muchos inmigrantes que llegaron tuvieron que ser hacinados en el aparcamiento de la Policía porque no había un lugar mejor para albergarlos. Eso sí, algo hemos ganado desde entonces, porque la Policía Nacional ha habilitado el antiguo cuartel de Son Tous de Palma donde podrán permanecer mientras se encuentren detenidos a la espera de que se resuelva el proceso de devolución, si es que ese proceso llega.

Ahora no hay excusas: Isabel Castro ha dejado el Govern balear para ocupar el cargo de secretaria de Estado de Migraciones y conoce de primera mano la situación. Nadie mejor que ella para explicarla y reclamar más recursos para nuestras islas y hacer frente al repunte de llegada en pateras.

No estamos hablando de ciencia ficción. El relato es real y se deben tomar medidas para gestionar lo mejor posible este desaguisado de ‘diplomacia de precisión’. Nada más romperse el tratado de cooperación entre España y Argelia recalaron en Baleares seis pateras, con 113 inmigrantes a bordo. ¿Aviso, causalidad o casualidad?

Ya tenemos bastante con poder llegar a final de mes; con la cesta de la compra disparada, el aumento de impuestos, el precio desorbitado de la gasolina, la luz, el gas, la vivienda o el ahogo de muchos al acabarse el tiempo para devolver los préstamos ICO. Ya tenemos bastante con todo eso, como para añadir el caos que genera otro frente que traspasa nuestras fronteras y que nos convierte en meros sujetos pasivos. ¡Menos mal que tenemos un gobierno progresista que piensa en la gente! Sino, ¿dónde iríamos a parar?