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Felipe Armendariz

Pensamientos

Felipe Armendáriz

El juez Castro y el rey desnudo

La presencia en los medios de comunicación, y ahora en las librerías, del juez José Castro Aragón es una bocanada de aire limpio en una sociedad esclerotizada, atemorizada, cainita y, a menudo, provinciana como la española. Leyendo sus memorias Barrotes Retorcidos y escuchando sus entrevistas uno se pregunta de dónde ha salido este señor y se lamenta de que no se le dé más utilidad a su mente preclara.

El libro nos enseña que el juez siempre ha sido así y que su auctoritas no es flor de un día o un privilegio buscado al imputar a una infanta de España de imposible condena. A Castro las injusticias y los abusos, desde que empezó como funcionario de prisiones y llegó a juez, pasando por secretario judicial, le han llevado a reaccionar buscando un remedio legal. Siempre ha sido un poco Quijote, pero con respeto a la norma y con los pies en el suelo.

A los 72 años se tuvo que jubilar forzosamente y la Justicia no sabe lo que ha perdido. Deberían dejarle seguir ejerciendo su profesión, siquiera a tiempo parcial. Constituye todo un ejemplo de todas aquellas personas a las que la sociedad ha arrinconado, tras largas carreras y entrega completa, al considerarlas improductivas, por su edad o porque salían ya «caras» para las empresas.

Como el buen vino, el magistrado (porque siempre será juez) ha mejorado con la edad y sus análisis son certeros y útiles. No son palabras huecas. Tampoco se muerde la lengua en un debate social donde muchos camuflan sus verdaderos pensamientos.

Es el niño que ha visto al rey desnudo y lo cuenta. Y, además, nos da consejos para vestirlo o cambiar de jefe de Estado.

Podemos le invitó a unirse a ellos en julio del 2015, pero Castro optó por seguir con la toga y acabar la instrucción del caso Palma Arena. Hay un sector en Podemos al que le gustaría contar con el veterano jurista para próximos envites electorales. No sería un mal fichaje para la política española, aunque no veo a Castro sometido al duro corsé de una fuerza política.

José Castro es una persona educada y eso choca. También argumenta, casi fundamenta jurídicamente, sus razonamientos. Pero sobre todo, tiene una capacidad de diagnóstico envidiable y poco común. Necesitamos en España personas así, guías, de cualquier ideología, pero que nos hablen de la desnudez regia.

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