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Carmen Lumbierres

Capuletos contra Montescos

El modelo de reivindicación social en este país desde la crisis económica anterior crece frente a un antagónico

Todo está en Shakespeare, no solo las pasiones amorosas sino la afinada disección de la venganza, la traición o la lealtad que cinco siglos después nadie ha llegado a superar. El modelo de reivindicación social en este país desde la crisis económica anterior crece frente a un antagónico. Volvemos al discurso del frenazo de las pensiones para denunciar la precariedad laboral de los jóvenes, como si los primeros fueran los responsables de la situación de la nueva generación.

El mismo enfrentamiento cuando se denuncia la situación de privilegio de los empleados públicos frente a los del mercado privado, como si rebajando los derechos conseguidos por los primeros, estos se trasvasaran directamente a los trabajadores por cuenta ajena. Precarios frente a trabajadores fijos, autónomos frente a asalariados, todo menos dirigir la responsabilidad frente a quien realmente la ostenta. Todo estará ganado en la lucha de la sociedad postcapitalista cuando el penúltimo y el último de la cadena se enfrenten entre sí a ver quién recoge las migajas.

El Banco de España ha vuelto a terciar en esta confrontación, solicitando mantener el crecimiento de los salarios y las pensiones, con la posible excepción de las mínimas, por debajo de la inflación general. Este organismo regulador que tan eficientemente supervisó el mercado bancario vuelve a sugerir la congelación de pensionistas y funcionarios. El coste asumido por el Estado hace casi una década para rescatar al sector financiero se elevó hasta los 101.500 millones de euros. La posible recuperación de todo este dinero público inyectado para evitar dejar caer a la banca cada vez se ve más cuestionada incluso por los propios supervisores bancarios, pero de las buenas prácticas para no volver a burbujas del capital pocas veces se ve opinar al gobernador de la entidad.

Las causas del mal reparto distributivo no son solo el crecimiento económico y la productividad. Ha habido tasas altas en las ultimas décadas y los salarios han bajado. No solo hay que mirar a la globalización y el cambio tecnológico, otras revoluciones industriales históricas fueron un impulso justo en la dirección contraria.

No existe una inevitabilidad de las causas externas, la concentración empresarial ha generado una caída de los salarios ante la que se puede actuar regulando, existe una decisión política. De hecho, los oligopolios con mayor nivel de beneficios son los que han experimentado un menor crecimiento de los salarios.

Debemos volver a la comunidad como un concepto económico relevante para enfrentarnos a los nuevos retos, no al todos contra todos que solo nos hace más débiles.

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