La crisis diplomática desatada tras el apoyo de Pedro Sánchez al proyecto autonomista de Marruecos para el Sáhara ha introducido un factor más de preocupación en la vigilancia de la costa balear, ante la perspectiva de que Argelia, además del grifo del gas, emplee el aliento a los flujos migratorios como arma de presión política, emulando a Rabat. La disputa nos toca muy de cerca dada la proximidad geográfica, por más que la llamada ‘ruta argelina’ ya venía consolidándose. El pasado año, Balears batió un nuevo récord en la llegada de pateras, la mayoría procedentes de Argelia. Alcanzaron la costa de las islas al menos 164 embarcaciones con 2.402 personas, una cifra que supuso un incremento del 62% respecto a 2020 y que casi quintuplicó las cifras de 2019. Estas semanas, coincidiendo con la crisis diplomática, el tráfico se ha intensificado, aunque también es cierto que la mayoría de travesías se concentran entre mayo y octubre por las mejores condiciones de navegación. En ese mar de cifras no podemos pasar por alto el rostro humano de la tragedia: uno de los migrantes llegó muerto a la costa de Formentera y no se descarta que otros lo hicieran durante la travesía.

La previsión apunta a un progresivo aumento de este tráfico migratorio que puede verse agravado por los efectos del cambio climático y, tal y como ha advertido el ministro de Exteriores italiano Luigi Di Maio, también por la crisis de alimentos en África a causa del bloqueo ruso a la salida del cereal ucraniano. Baleares se encuentra en mitad de un tablero geopolítico de evolución impredecible en el que tiene un estrecho margen de maniobra, que no debe descuidar. Además de cambios profundos en las estructuras políticas y económicas mundiales para extender las expectativas de progreso y democracia a las poblaciones que huyen en sus países de origen, el fenómeno migratorio exige apoyo a las comunidades receptoras para ofrecer atención humanitaria en condiciones dignas a los más vulnerables y para perseguir a las mafias. En Baleares, la puesta en marcha del centro de Son Tous con capacidad para albergar a 150 personas, anunciada para julio, aliviará los problemas de saturación de las instalaciones policiales en días de gran afluencia. Los migrantes que llegan a las islas de forma irregular suelen ser enviados a los centros CIES de la península y, en los casos en que se supera el plazo de 72 horas para la tramitación, se les deja en libertad sin más amparo que la común expectativa de alcanzar la península para llegar a Francia o a Alemania. Aunque Argelia no acepta repatriaciones desde la pandemia, esta crisis ha encendido las alarmas en Europa, que se ha alineado con Sánchez anunciando represalias comerciales si el país norteafricano no reconduce la relación con España. Argelia ha bajado el tono, Baleaes no debe bajar la guardia.