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Antonio Papell

Cuatro años de Sánchez

Se han cumplido cuatro años del éxito de la moción de censura del 1 de junio de 2018 que descabalgó a Mariano Rajoy de la presidencia del gobierno con el argumento de una secuencia de sentencias judiciales que evidenciaban un sendero insoportable de corruptelas cometidas en el pasado reciente y no tan reciente por el entonces partido gubernamental. Aquel hito representaba la concreción de una medida audaz que había que entender en el marco de la necesidad de reorganizar el sistema representativo después de la gran crisis de 2008-2014, que todavía coleaba y que había supuesto, además un gran descrédito para toda la clase política, el final del bipartidismo imperfecto y la irrupción de un multipartidismo difícil de manejar que había llegado para quedarse.

Rajoy, quien sucedió a Zapatero a principios de 2012 con mayoría absoluta, se vio impelido por la UE a mantener duras políticas de austeridad y de ajuste que dieron una solución macroeconómica la crisis pero a costa de un alza insoportable de la desigualdad social. En las elecciones europeas del 2014, se advirtió ya la emergencia significativa de dos partidos estatales nuevos: Podemos, surgido de las protestas de mayo de 2011 —el 15-M—, lograba cinco escaños del parlamento europeo, y Ciudadanos, ya curtido en Cataluña, saltaba de la política regional a la estatal con dos eurodiputados, mientras el partido de Rosa Díez, UPyD, obtenía cuatro. El PP lograba apenas el 26% de los votos y el PSOE el 23%.

Tras las elecciones generales de diciembre de 2015, no pudo Rajoy formar gobierno y Pedro Sánchez se presentó a la investidura. Sánchez (PSOE) y Rivera (C’s) firmaron un pacto de progreso para gobernar juntos, que hubiera sido operativo si Podemos —Pablo Iglesias— lo hubiese respaldado para descabalgar a Rajoy de Moncloa. La negativa, un error histórico del fundador de Podemos, dio paso a un periodo tormentoso que incluyó nuevas elecciones en junio de 2016 en las que Rajoy subió 14 escaños, hasta los 137, que fracturó incluso al PSOE y que desembocó en la investidura del líder conservador con el apoyo de algunos diputados socialistas...

El Gobierno formado por Sánchez tras la moción de censura, que sorprendió por su envergadura al incluir a personalidades como Josep Borrell y Nadia Calviño, fue a elecciones generales en abril 2019, con una victoria del PSOE que no fue operativa porque el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, se negó en redondo a un pacto semejante al fallido de 2016. Se repitieron elecciones en noviembre de 2019 y Sánchez consiguió la investidura tras coaligarse el PSOE con UP a través de un moderado programa común.

El nuevo gobierno, que lleva dos años y medio en activo, tuvo que afrontar al poco tiempo de instalarse la gran pandemia. Lógicamente, el equipo gubernamental se dejó pelos en la gatera, pero no puede decirse que la respuesta al reto no fue contundente ni atinada. El papel de España en Bruselas fue relevante para que decisión comunitaria frente a la crisis fuera generosa y expansiva, lo que permitió, a través de los Ertes sobre todo, contener la crisis económica y humanitaria que podía haberse desencadenado y ofrecer recursos y medios a la ciudadanía. Políticas progresistas, perfectamente consonantes con la Comisión Europea, desembocan ahora en el plan de reconstrucción, que ya da resultados en términos de crecimiento y empleo, a pesar de que ha irrumpido la guerra de Ucrania, que agrava la estanflación anterior en todo occidente.

El viraje progresista ha sido fecundo para el país, que al mismo tiempo que ha avanzado a trancas y barrancas cohibido por los condicionantes externos —los ecos de la gran crisis de 2008, la gran pandemia y la guerra de Ucrania—, ha reorganizado sus estructuras de representación. El PP, que había de remontar una crisis interna debida a la acumulación de fenómenos de corrupción en los entornos de Aznar y del propio Rajoy, parece haber encontrado una senda de futuro. Y VOX por estribor y las fuerzas a sinistra del PSOE por babor están intentando ubicarse y adquirir encarnadura estable. Lo deseable sería que la oferta política estuviera bien asentada cuando hayamos de regresar a las urnas para celebrar las siguientes elecciones generales.

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