Sólo ella podía llevárselo, a medianoche y brillando con toda su fuerza. Así le reclamó maternalmente una inmensa Luna llena, blanca y redonda como la pelota que tanto amaba. Con cada lágrima se fue levantando silenciosa una tupida niebla que parecía querer acompañarlo, acariciando su alma, y poco a poco sentí que se alejaba. Hacia arriba, a su última morada. Descansa en Paz, Papá.

Antonio se fue en calma, durmiendo y sin agonía. Para la mayoría se marchaba un gran deportista o como tantos han escrito un mito y una leyenda. Gracias a todos por vuestros elogios, aunque para mí se ha ido alguien mucho más grande, mucho más trascendente y mucho más importante: tan solo y sobre todo un excelso Padre.

Oviedo nunca midió el tiempo por años sino por temporadas. Quizás por eso al inicio de esta campaña sentí un repentino pálpito y un desalentador presentimiento. Un día como otro cualquiera y mientras repasaba con mi hijo los equipos del abuelo, de forma casi inconsciente me percaté de que, de modo poco habitual si no único, todos sus equipos coincidían y participaban juntos en la Primera División española. Así es; junto al Atlético de Madrid y el Sevilla se me antojaba sumamente extraño que Mallorca, Granada, Elche, Levante y Rayo Vallecano iniciaran, los siete juntos y de la mano, el último campeonato. Casualidad o no Antonio Oviedo se despidió justo antes de la última jornada. Yo intuía sin consuelo que era así como su reloj funcionaba, pero hasta su muerte nunca dije nada. Disfruta Papá de la que ha sido “tu Liga”, y que ahora se bien que te fue concedida desde el Cielo.

Mi padre fue para mí igual que Superman. De él me gustaba todo: su cara, su mirada, su peinado, su voz, sus manos, su reloj, su chaqueta, sus zapatos … todo.  Estar con él era saber que estabas a salvo de todo y de todos. Él tenía un truco infalible para levantarte  el ánimo, te miraba como si nada y …. de repente, cuando percibía que ibas a retirarle la mirada, te lanzaba un guiño mágico que te hacía sentir todopoderoso. Así, con este tipo de pequeños detalles mi padre mostraba, con disimulo, su inmensa grandeza. Gracias Papá por estar siempre en todo y en todos lados.

Mi padre llegó a Palma por casualidad. Después de dos años en un histórico Sevilla su destino inicial era el Inter de Milán, pero algo se torció y por azar a los 20 años encontró no sólo un nuevo club sino también su definitivo hogar: Mallorca. Antonio siempre priorizó a su mujer e hijos, pero para él su familia era toda la isla. Jamás vi a mi padre negar un saludo, un abrazo o una conversación a ningún desconocido. Daba igual a donde fueras, daba igual el tiempo, no importaba llegar tarde a cualquier evento que lo primero era saludar y atender a cualquiera que lo reclamaba. Así de gentil era mi padre, como él decía “un mallorquín adoptado”.

Como en la de todos, en la vida de mi padre hubo luces y sombras. Antonio Oviedo Saldaña sufrió por determinadas traiciones y evidentes injusticias, pero él - siempre generoso - decidió callar y perdonar, porque olvidar era imposible por las secuelas que arrastraba en lo más hondo de su alma. Por respeto a su bondad, yo tampoco diré nada. Gracias Papá por enseñarme lo que es la verdadera humildad.

Agradezco a mi padre el gran legado que nos ha dejado: el cariño, el respeto y el afecto de la gente. Durante toda mi vida, en cualquier ámbito y por doquier recibí siempre y sin excepción el mismo trato: “….Ah! que tú eres el hijo de Antonio Oviedo … hombre!... por tu padre lo que sea…” Mi padre despertó un cariño universal, daba igual si mi interlocutor era un político, un mecánico, un policía, un banquero, un médico, un cura, un notario o un cartero … siempre he recibido la misma y sempiterna respuesta: “¡por tu Padre lo que sea!”. Aprovecho para agradecer a todas esas personas anónimas que con su afable respuesta han colaborado, sin saberlo ni pretenderlo de forma constante y continua, en la forja de un orgullo de hijo que hoy resulta infinito. Gracias de pleno corazón a todos ellos.

Como a todos los deportistas a mi padre le contrataron o echaron por simple interés, incluso en algunos casos de lo más espurios. A pesar de su fuerte carácter y de su profunda convicción en sí mismo jamás escuché de su boca una sola mala palabra. Para él no existía el ajuste de cuentas. Siempre supe que mi mentor valía más por lo que callaba que por lo que contaba… así era él. Un hombre forjado en un vestuario que cuando se sabía injustamente derrotado no buscaba la venganza, tan sólo pensaba en lograr su próxima victoria. Gracias Papá por enseñarme el camino de la superación y de la elegancia.

Antonio Oviedo Saldaña tuvo una vida repleta de éxitos, feliz, completa, jocosa, épica, y larga. Ni mis hermanos ni yo podemos imaginarnos un padre mejor. Y como yo intuí se reservó por fin, sólo para él, un as en la manga: irse como un auténtico Campeón y cuando solo él quisiera ... y así lo hizo el 16 de mayo de 2022, en compañía de una perfecta e inmensa Luna llena, justo antes antes de la última y emocionante jornada de su postrero e inolvidable gran campeonato, sintiéndose acompañado por el infinito amor de sus hijos y con todos sus escudos en Primera.

Adiós Papá….Es posible que con el paso del tiempo no recuerde todos tus logros, pero jamás olvidaré quien eras. Te quiero con toda mi alma.

Disfruta con los tuyos en el Cielo