Los pronósticos se cumplieron en Eurovisión. Ganó Ucrania, como vaticinaban las casas de apuestas desde hace meses; aunque más bien, fue la solidaridad de Europa la que ganó el festival por encima de la música y el show televisivo. La atractiva propuesta de Kalush Orchestra, que combina el folklore báltico con el rap, conquistó - principalmente - a los espectadores que le otorgaron un televoto de récord (439 puntos de 468 posibles) y fue respaldada también por el jurado profesional, que le otorgó la sexta mejor puntuación.

Y con su triunfo, ganaron en parte aquellos que, movidos por el desconocimiento, aseguran que Eurovisión es solo política. Influye, evidentemente, como en muchos aspectos de nuestra sociedad; pero no es el único factor decisivo en el festival.

Ucrania presentó una buena propuesta - el año pasado ya fueron quintos -, una propuesta de top10; pero una actuación sin halo de ganadora, como sí tenían Reino Unido o España que fueron segundos y terceros, respectivamente. Sin embargo, sin una canción con gancho y sin una buena interpretación, hubiera sido imposible su triunfo por mucho que Europa se volcara con ella.

Pero, anoche, se constató también el triunfo de España. La tercera posición obtenida por Chanel y su canción 'SloMo' - solo a siete puntos de la plata del Reino Unido - supone el mejor resultado de España en el Festival de Eurovisión en 27 años, desde el segundo puesto de Anabel Conde y 'Vuelve conmigo' en 1995.

España volvió al podio de Eurovisión - por octava vez en su historia - y lo hizo batiendo récords. Nunca se habían superado los 125 puntos de Mocedades (1973). Es verdad que, con el sistema de votación actual se reparten más puntos, pero Chanel obtuvo más puntos (459 puntos) que la suma de votos de los diez últimos participantes (2011-2021). Nunca España había conseguido tantos doces; fueron ocho, duplicando el máximo histórico de cuatro, obtenidos por Betty Missiego en 1979. Y nunca España había sido top5 en la era moderna del Festival de Eurovisión, es decir, desde la edición del 2004 en Turquía.

El resultado de este sábado es una victoria también para el equipo de RTVE - Eva Mora fue designada jefa de la delegación en mayo del pasado año - y un triunfo para la marca Eurovisión en España. El bronce de Chanel es el mejor argumento contra los prejuicios más repetidos de los últimos años acerca del festival: "Europa nos tiene manía", "da igual lo que mandemos, siempre quedaremos últimos", "los países vecinos solo se votan entre ellos".

Por primera vez, en más de 20 años, RTVE llevó una propuesta competitiva con un concepto cerrado, coherente con la canción y planificado y definido al detalle desde los primeros ensayos. Desde el Benidorm Fest había un producto completo, pero Chanel y su equipo lo elevaron ayer a otro nivel, con una excelente iluminación - la mejor de la noche, sin duda - y una realización pensada plano a plano.

Y, sobre todo, con una artista carismática, que se comió la cámara y que echó abajo el estado en la gran final del sábado en Turín, con una actuación excelente que, sin duda, pasará a la historia del Festival de Eurovisión. Con la tercera posición, Chanel vivió anoche una catarsis absoluta desde su polémica elección en el Benidorm Fest, tras la que acabó llorando al no sentirse apoyada. Pero, en estos meses, ella ha respondido con trabajo, esfuerzo y una profesionalidad irreprochable.

Desde que Chanel ganó el Benidorm Fest, en la delegación española sabían que tenían un producto competitivo, pero no han querido alardear de ello. Según declaraciones de la jefa de la delegación, el objetivo era el top10; lo ha repetido una y otra vez en Turín a pesar de estar quintos en las casas de apuestas. Y, durante toda la semana eurovisiva, España mantuvo un perfil bajo, reservándose en los avances en televisión los grandes momentos de la actuación - el break dance y el último estribillo - para impactar ayer a la audiencia y al jurado como Chanel ya hizo en el BenidormFest, donde prácticamente nadie esperaba su triunfo.

En clave valenciana, el 'puestazo' de Chanel es también un triunfo del Benidorm Fest, la preselección española ideada por la delegación española y la Generalitat Valenciana. Tras el éxito mediático y de audiencias de su primera edición, la preselección queda respaldada por un excelente resultado; un factor muy necesario para afianzar un proyecto que pretende consolidarse en el largo plazo y que, sin duda, puede dar a España muchas alegrías en el Festival de Eurovisión.

Después de la polémica de la primera edición, este resultado hará posible que se genere de nuevo una expectativa social y mediática por el Benidorm Fest; no será solo la novedad, habrá interés porque ha quedado demostrado que Eurovisión tiene gancho en España. Este sábado, 6,8 millones de españoles (50,8 % de share ) siguieron el festival por televisión, consiguiendo el mejor resultado de audiencia en 14 años.

El Benidorm Fest interesará también a los artistas que, sin duda, se presentarán en masa a la segunda edición; la mejor noticia posible para que el formato siga generando expectativa y ganando en calidad. En 2022 se plantó la semilla con una de las mejores preselecciones del año, especialmente si se tiene en cuenta que era la primera edición. Pero, ahora, RTVE y la Generalitat Valenciana tienen la responsabilidad de aprovechar el potencial del BenidormFest y desarrollarlo en su máximo esplendor. No solo hay margen de mejora a nivel televisivo, sino que la preselección debe crecer en difusión turística y en convertir a Benidorm en el centro de Europa durante toda la semana del festival, con multitud de actividades culturales y de ocio relacionadas con Eurovisión y el propio Benidorm Fest.

Pero el mayor triunfo del Benidorm Fest es, sin duda, la demostración de que España quiere y puede ganar Eurovisión. Si la calidad de la preselección y el compromiso de RTVE continúan, los buenos resultados como el de ayer se repetirán. Y algún año España dará con la tecla y se conseguirá el objetivo: ganar el Festival de Eurovisión. ¿Cuándo? Esa ya es otra y emocionante historia.